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—¿Te gusta, amor? —me planto frente a él luciendo mi vestido.— No sé si es muy exagerado o no.

—Es perfecto. —asegura tomándome de la cintura.— Suerte, te estaré viendo desde aquí.

—Gracias, ¿seguro que no quieres que me quede aquí contigo?

—¿Y que te quedes sin lucir un precioso vestido y que la gente vea al resto del elenco pero no a la protagonista? No.

Yo solo me rio, me inclino a dejar un beso en sus labios y él envuelve sus brazos en mi cintura.

Termino quedando sentada sobre él, y mientras baja sus labios desde mis labios a mi cuello, mi teléfono suena sobre la mesa. Maldigo poniéndome de pie.

—Llegaron por mi.

—Te verás hermosa. —asegura mientras tomo mi teléfono.— Te amo, rubia.

Sonrío moviendo mi mano como despedida. Tomo el abrigo y bajo corriendo.

Está demás decir que Ruggero amó verme volver al rubio, y ahora no quiere que lo cambie más. Cuando necesito hacerme retoques va conmigo y se asegura de que no se me ocurra quitarme las extensiones o elegir otro color.

Es un exagerado.

Hace más de cuatro meses que vivimos juntos, y me gusta. Es tal y como lo imaginé. Pero lo que Valentina dice es cierto.

Lo hemos estado llevando bien porque tanto él como yo hemos estado ocupados en nuestros trabajos. No hemos tenido tiempo de discutir o algo por el estilo.

Y si a eso le sumamos el compromiso, esto es sencillamente perfecto.

Aunque por supuesto no me voy a ilusionar, voy a esperar, a enfrentar cualquier problema que se avecine y a ser una persona madura cuando tenga que serlo.

Estoy camino a la gala de estreno de una nueva serie de Netflix. Nosotros tuvimos la nuestra, y ahora iremos de invitados a una.

Le dije a Ruggero que venga conmigo pero se siente mal. Dolores de cabeza, algo de temperatura y muchas ganas de vomitar.

Quise quedarme con él pero luego de que se haya asegurado de convencerme de que estará bien acompañado de Agustín y otros amigos más, no me puedo negar. Además, tengo ganas de ir a esa gala.

No puedo negar lo evidente.

Las puertas del ascensor se abren en la recepción del edificio, veo a los amigos de Ruggero entrar y sonrío.

—¿A dónde tan guapa? —alaga Agustín.— Lo siento, no me acostumbro al rubio otra vez y a que te veas como una bebé.

—Dejen de decir que me veo como una bebé. —protesto acomodando mi anillo.— Escucha, me tengo que ir, la fiebre se le bajó pero aun no confío en que está completamente bien así que cuídale.

—Cuidar a la dulce princesa, entendido.

—No beban alcohol. —les señalo a todos.— Al menos no le den a Ruggero.

—Entendido, la dulce princesa no puede beber alcohol. —dice Maxi.— Da igual, nosotros íbamos a ver tu serie de todos modos.

Mis ojos se abren con exageración, los veo a todos alternadamente y tengo que negar. No tienen que ver la serie.

Se estrenó hace una semana y he estado evitando que Ruggero la vea. Es decir, sé que admira mi trabajo y disfruta verme actuar.

Pero es totalmente diferente a que me haya visto actuar en cosas inocentes, o que mis personajes hayan sido totalmente opuestos a este. No creo que quiera verme en escenas tan fuertes con mi Có-protagonista.

Make A Wish.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora