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Te propongo volver, cerrar la puerta y acostarte a mi lado. Te propongo escribir un mejor final.
Nunca quise que te fueras, mi único deseo había sido tenerte con nosotros siempre. Y por mucho que lo intento, olvidarte por completo es una tarea imposible.
Para mí nunca fue fácil ver que el tiempo se escurría entre nuestras manos, no fue sencillo asimilar que, de una u otra manera, tendría que olvidar tu nombre en algún maldito momento.
¿Sabes una cosa?
Me he prometido ser tu voz, tus ojos... Todo de ti.
Y aunque aún me encuentro en medio de un momento en el que todo es confuso para mí, sé que sigues siendo mi razón de ser. Sigues siendo lo que siempre soñé...
Hoy estoy feliz de recordarte, de hacerte parte de mi, de verte en mis sueños. Hoy, especialmente hoy me siento feliz de decir que... Aún te amo, Ruggero Pasquarelli.
Y lo haré siempre...
Siempre tuya, Karol.

—¿Viste eso, tío? ¡Llegó muy alto!

—Muy bien, Eithan. Lo haces cada vez mejor. —felicita Leonardo.— Dame cinco.

Mi hijo, totalmente emocionado choca los cinco con su tío, corre de nuevo a tomar las pelotas y se prepara para un nuevo lanzamiento.

Juego con mi teléfono entre mis manos.

Hoy se cumplen tres años desde que Ruggero no está, y contrario a las otras veces, no lloré, no me sentí destruida. Solo pude sonreír y agradecerle a Dios por la etapa vivida.

Habíamos ido al cementerio muy temprano, y ahora que volvimos, Bruno y Antonella han asegurado querer preparar algo rico para comer y disfrutar de esta última tarde con Eithan.

Tengo trabajo en Albania, el rodaje de una película lo cual significa que estaremos seis meses lejos de casa. Así que mi hijo estará lejos de sus abuelos y su tío por algún tiempo.

Quisiera que se quede aquí, pero es muy pequeño todavía y depende de mi. Eso y me niego a soltarle tanto tiempo.

Aunque bueno, he de admitir que he mejorado mi italiano a tal punto de grabar una película en ese idioma.

Creo que el que Eithan tuvo que aprender los dos idiomas a la vez conforme crecía, me ayudó a mí también.

Y me siento feliz, es todo.

La ausencia de Ruggero sigue sintiéndose, pero ya no como antes. Ya no me duele.

Fue fácil porque en su momento, Eithan percibió la presencia de Leonardo como una figura paterna. Y ahora es evidente que ni pueden vivir el uno sin el otro.

Leonardo tomó el papel de su hermano en la vida de mi hijo, fue él quien le enseñó a hacer cada cosa aprendida, y ahora simplemente el cariño que se tienen va mucho más allá.

—Mami, ¿viste eso?

Dejo de mirar la foto en mi teléfono, sonrío y asiento. Eithan salta emocionado.

Que alguien me explique como con tres años ya habla casi nítido y parece un loro parlante. No le gusta que hagan todo por él y solo se las arregla cuando necesita algo.

Anto dice que esa conducta era más propia de Ruggero alrededor de los cinco años. Bueno, Eithan va a los cuatro.

Ese pequeño que me saca tantas risas...

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