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—Mami, ¿puedo tocar tu cabello? —pregunta Eithan mientras yo me peino. Asiento.— No está caliente.

Me rio, él juega con las puntas de mi cabello gasta que termino de recogerlo y él se aleja para seguir jugando.

Tiene una manía por tocar mi cabello, le gusta cuando lo plancho y está caliente, cree que lo hace con sus dedos y es mágico. Por eso cada vez que me ve peinarme lo toca esperando que esté caliente según él.

Alisto la cama, le aviso que ya es hora de dormir y él acomoda sus juguetes corriendo hacia mí.

Le llevo al baño y como cada noche, dejo que vea cómo me cepillo los dientes para que aprenda en el proceso.

Claro que él siempre termina tragándose la pasta dental porque dice que sabe muy rica. Pero por algo se empieza.

Cuando salimos a la habitación dejo que él reze como Leonardo se lo ha enseñado mientras respondo los mensajes que tengo pendientes.

Mañana tengo un día libre, y pienso pasarlo durmiendo todo el día. He estado muy agotada últimamente.

Finalmente, cinco minutos después Eithan ha terminado de rezar y yo le acuesto en su lado de la cama.

Tomando en cuenta que estaremos muy poco tiempo aquí y que este es el único departamento cercano a mi lugar de trabajo, Eithan tendrá que dormir conmigo.

Lo cual no me beneficia para nada pues se mueve más que un pulpo.

Pero será temporal, no he dejado de pensar en eso.

—Mami, ¿cuándo veremos a papi?

Su pregunta me hace suspirar, era evitente que un día lo preguntaría y por eso solo sonrío y beso su mejilla.

—No lo sé, mi amor.

No estoy lista para hablarle con la verdad, no sé cómo. Y quizá me estoy ahogando en un vaso con agua pero apuesto cualquier cosa a que decirle;

No lo veremos nunca porque tu padre está muerto y los muertos no reviven.

No es la mejor opción.

—¿Me quiere mucho?

—Obvio, mi amor. Tu papi te ama.

—¿Y con quien está? Mi tío dice que con un señor con barba cool.

—¿Ah sí?

—Si.

Suspiro, a veces no sé si agradecerle a Leonardo por hacer que hable tan rápido o si pegarle por meterme en aprietos tan pronto.

Yo esperaba y calculaba que estas preguntas se hiciesen cuando mi hijo tuviera casi seis o siete, no ahora que está cerca de los cuatro.

Conozco niños que apenas hablan a los cuatro. ¿Qué le dieron a Eithan cuando nació? ¿Comida para loro?

—Ya quiero ver a papi. ¿Podemos ver a papi?

Asiento sabiendo a lo que se refiere, tomo mi teléfono y lo desbloqueo dejándolo abierto en la galería. Eithan lo toma deslizándose entre las fotos.

—Este es papi.

Señala una foto de la boda en Italia. Asiento.

—¿Y este bebé tan lindo quién es?

—Yo. —dice sonriente.— Mira, mami. Tienes una pelota en la panza.

—No, amor. Aquí te tenía a ti.

Señalo la foto que fue tomada en esa pequeña celebración que Antonella organizó.

—Ese mismo día naciste. —le cuento.

Make A Wish.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora