Aclarando Mis Dudas

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Estaba en mi cuarto, cogí mi computador y entré a Facebook, hace días que no lo hacía, miré las noticias, nada fuera de lo común, en ese momento llegó un mensaje, era de Niel:

— Hola.

— Hola — respondí.

— Estabas muy perdida.

— Es que no he tenido tiempo, han pasado una serie de acontecimientos muy extraños.

— ¡Oh! , si quieres me puedes decir lo que sucede, solo si quieres — ¿debería decirle?, sí, tenía que desahogarme con alguien, supongo que Oliver no se dará cuenta.

— Está bien, lo que sucede es que... — y le conté todo, pero de una forma más resumida, claro.

— Lo que deberías hacer es lo que desees, pues si deseas realizar un cambio, hazlo, y también que sea lo más conveniente.

— Tienes razón, gracias por el consejo.

— No es nada — después seguimos hablando de libros, realmente era una persona muy interesante. Y me olvidé de los problemas.

— Me gustaría conocerte — me escribió.

— Yo igual.

— ¿De dónde eres?

— De Alemania, ¿y tú?

— De Escocia — estaba muy lejos para conocerlo.

— Creo que nunca nos conoceremos.

— Tal vez sea posible, cuando pueda viajaría a tu país.

— Sería muy bueno conocerte — ya tenía sueño, así que me iba a dormir. 

— Ya me voy, adiós, descansa.

— Igualmente.

Apagué el computador y me acosté, tenía los pensamientos desorientados, no podía concentrarme en una sola cosa. Cerré los ojos y me quedé dormida.

El sonido de la alarma me despertó, debía ir a estudiar pero me dolía mucho la cabeza; no tenía caso decirle a mi madre que me dolía la cabeza y no ir a estudiar, ella, de alguna manera, sacaría una excusa para que fuera.

Hoy, mi hermana sí iría, sabía que íbamos a llegar tarde, pues se demoraba mucho y yo debía esperarla. El dolor de cabeza es insoportable, así que me senté un rato, no me gustaba tomar pastillas o algo por el estilo, entonces esperé; al fin mi hermana ya estaba lista, nos dirigimos al colegio y llegamos tarde. Fui a mi salón y el profesor ya había llegado.

— Permiso, ¿puedo entrar? — dije.

— Claro, pero no vuelvas a llegar tarde.

Me dirigí a mi puesto, Yves no había llegado y tal vez no vendría, las clases fueron muy aburridas, como la mayoría de veces. Salimos al recreo, como Yves no se encontraba yo estaba sola, cogí mi libro y empecé a leer. Vi que Oliver se acercaba, me sentía incómoda, si él le hizo eso a Yves no podía estar con él.

— Hola — me saludó, yo no le respondí, no quería parecer grosera, pero no era capaz de hablar con él, además me dolía demasiado la cabeza.

— Escúchame, yo no le hice daño a Yves, no quiero que me culpes, si quieres te lo puedo demostrar — por primera vez vi que verdaderamente se sentía mal, hasta yo sentía lástima por Oliver.

— Te creo, pero si no fuiste tú, ¿quién lo hizo?

— Te diré, pero tienes que venir conmigo al finalizar las clases - claro, lo haría, tenía que aclarar todo lo que sucedía.

— Bueno — se despidió y se fue. Eso pareció extraño, seguí leyendo hasta que se acabó el receso.

Todavía me dolía mucho la cabeza, entré a el salón y me recosté en la silla, tal vez así disminuiría el dolor; y me quedé dormida.

— Dafne — me desperté, era la voz de Málory, mi compañera.

— ¿Qué clase sigue? — pregunté medio dormida.

— Ya se acabaron las clases — dijo.

— ¿¡Qué!? — exclamé sobresaltada, no era posible, al parecer estaba muy profunda, no me desperté en ninguna clase.

— ¿Por qué te quedaste dormida? — preguntó.

— Pues me dolía mucho la cabeza — al parecer, ya se me había quitado el dolor —. ¿Me podrías prestar los cuadernos de las últimas clases? 

— Claro, aquí tienes.

— Muchas gracias — me acordé que debía encontrarme con Oliver —. Me tengo que ir — salí precipitadamente y ahí estaba Oliver que no se notaba alegre; lo sé, le había hecho esperar bastante; también mi hermana se encontraba allí, me acerqué y le dije que no podía irme con ella,  "que debía hacer un trabajo".

— Te tardaste mucho, en realidad ya me iba a ir.

— Lo siento, me quedé dormida — Oliver me miró con incredulidad y empezó a caminar, yo le seguí.

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