De Nuevo

782 69 4
                                    

Abrí los ojos lentamente y lo primero que vi fue el techo de blanco; estaba en una habitación de color blanco, me encontraba en una silla, vi que un doctor se acercaba hacia mí.

— Al fin despertaste — dijo.

— Desearía no haberlo hecho.

— No digas eso, estás muy joven para pensar así.

— Es la verdad, todo en mi vida está mal.

— Pero deberías cambiar de actitud — no le respondí —. Bueno, te hiciste una herida un poco profunda, debes cuidarla — miré mi brazo y estaba vendado —; pero esa no fue la causa por la que te desmayaste, veo que no has comido bien últimamente, por eso fue. Debes alimentarte bien o esto se hará muy constante.

— Entiendo.

— Ahora, ¿dime quiénes son tus padres?

— ¿Eh? Bueno... Mi relación con ellos se acabó, ya no me quieren ver.

— Si es así, es mejor que vayas a un centro de adopción.

— No, es que ellos no me quieren pero sí responden por mí — era mejor mentirle que ir a un centro de adopción.

— Eso es diferente, ya te puedes ir y te recomiendo que visites a un psicólogo.

— Claro — dije con sarcasmo, no necesitaba de uno. Tomé mis cosas y salí del hospital.

Necesitaba la ayuda de alguien, esa persona debía ser Yves, él siempre me ayudaba, pero no debía ver mis heridas, así que las cubrí con la chaqueta que llevaba.

Me dirigí a la casa de Yves y llamé a la puerta, él abrió.

— Hola, Dafne — me saludó con alegría.

— Hola.

— Ven, pasa — me tomó del brazo, justo donde tenía la herida.

— ¡Auch! — exclamé.

— ¿Qué te paso? — dijo algo preocupado.

— No, nada, creo que me tomaste un poco fuerte.

— Así siempre te tomo y nunca te has quejado. ¿Qué tienes?

— No es nada.

— Puedes confiar en mí — yo no quería que se enterara de que me había cortado, pero se lo debía decir. Entonces me subí la manga de la chaqueta y le mostré mi brazo, aunque estaba vendado.

— ¿Qué te sucedió? No me digas que intentaste matarte — dijo sarcástico

— Pues, algo así.

— ¿En qué estabas pensando? — su voz era desesperada.

— Te lo explicaré.

— Bueno, siéntate. Ahora, ¿qué es lo que está pasando contigo?

— Como sabías, me iban a asesinar, hoy sería el día, de hecho, ya debería estar muerta.

— ¿Ah? Entonces, ¿qué pasó? — empecé a llorar, recordaba a Oliver y su muerte —. Me asustas.

— Bueno, es que... Oliver... Oliver decidió dar la vida por mí — Yves se dirigió hacia mí.

— Lo siento, él te apreciaba mucho.

— Lo sé, él no debió hacerlo, no se lo merecía — yo seguía llorando —. Es por eso que intenté matarme, sentía como si yo lo hubiera asesinado.

— ¿Estabas loca? Él decidió eso, no era culpa tuya.

— Sí, pero... — él me abrazó

— Hiciste todo lo posible.

— No lo hice.

— ¿Cuándo dejarás de sufrir tanto por lo que hacen los demás por ti?

— Es que... 

— No digas nada — di un suspiro.

— Creo que ya me voy, necesito estar un momento sola.

— Si necesitas algo, cuenta conmigo — me levanté y salí de la casa, fui al parque, ya era costumbre.

Necesitaba distraerme así que tomé el libro que traía conmigo.

De repente unas lágrimas salieron de mis ojos.

— ¿Por qué lloras? — alguien dijo. Levanté la mirada y en frente estaba el chico que me había salvado la otra vez. Nunca pensé que lo volvería a ver, pero ahí estaba de nuevo, con su hermosa sonrisa.

Se sentó a mi lado y dijo:

— ¡Vamos! Sonríe un poco, siempre te veo triste — así que sonreí —. Así te ves mejor.

— Gracias.

— ¿Y bueno, qué es lo que te ha pasado? Para que tengas más confianza, te invitaré a comer.

— No, sería mucha molestia.

— Para mí no lo es.

— Está bien — fuimos al mismo restaurante que la vez pasada, la verdad me sentía un poco incómoda.

El Juego De NielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora