Explicación

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Me desperté por un ruido, estaban tocando la puerta. Me levanté con dificultad y abrí la puerta, era Oliver, no sé para que estaba aquí.

— Pasa — dije.

— No es necesario, tu hermana me pidió que viniera, quiere que le expliquemos todo.

— ¿Y qué demonios le vamos a explicar? No podemos contarle sobre la página.

— Lo sé, pero ¿qué le vamos a decir? — tenía razón, no había otra explicación, no había forma de mentirle. Suspiré.

— Okey, tocará decirle la verdad, no hay otra opción.

— En todo caso, yo soy el único culpable.

— No, yo dije que lo hicieras — en ese momento llegó Anabell.

— Ya les di suficiente tiempo — nos dijo —. Ahora quiero que lo expliquen — se notaba muy mal.

— Bueno, es que... — no fui capaz de continuar. Estaba mareada, veía todo borroso, entonces me senté, podría ser que me sintiera así porque de vez en cuando comía.

— Lo que pasa es que hay una página en la cual nos dicen a quien debemos matar y culpar a otro de hacerlo o matar a un amigo o familiar de esa persona — explicó Oliver, como si fuera lo más normal del mundo.

— Es decir que... ¿tú me ibas a matar o debías matar a mi amiga; o era Dafne quién debía hacerlo?

— Yo era el que debía hacerlo y sí, sí era a ti a quien debía asesinar — mi hermana estaba asombrada.

— Como si fuera a creer eso, es la excusa más estúpida. Eso es técnicamente imposible — dijo mi hermana con ira.

— Bueno, es tu problema si no deseas creerlo, pero es la verdad — dijo Oliver.

— ¿Tu amiga está muerta? — pregunté.

— No lo sé, pero no perdonaré lo que hicieron, así no haya muerto. En todo caso, esto no tiene sentido, ¿qué necesidad había en asesinar a Heder?

— Ya te lo explicamos, ¿crees que mataríamos a Heder por gusto? 

— Uno no sabe que esperar de las personas.

— Mira el lado positivo, si está muerta, es decir que ella murió por ti.

— Claro, es tan fácil para ti, como tú nunca has tenido amigos.

— Es verdad, lo siento — tenía razón, no sabía que se sentía perder un amigo.

Anabell salió, creo que no se tomó en serio lo de la página; bueno, no se lo se lo creyó; sí, es difícil creer en eso.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó Oliver.

— Estoy bien.

— No lo pareces, dime qué te pasa.

— En serio, no es nada.

— Te he notado muy mal éstos días.

— Bueno, pues no he comido bien en éstos días.

— ¿Qué? ¿cómo se te ocurre hacer eso? 

— No tenía ganas.

— Ven — me cogió de la mano —. Te invitaré a comer algo.

— Gracias, pero no es necesario.

— Sí lo es — me dejé convencer por Oliver y fuimos a comer algo.

Mientras comíamos hablamos de muchas cosas, me sentía bien hasta que tocamos el tema del juego de Niel. No le había contado a Oliver que había entredo a el juego de Niel, creo que debía decírselo.

— Escucha Oliver, entré a el juego de Niel — dije con timidez.

— ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡Te podrían matar, debes salirte! — en su voz se notaba desesperado.

— Es que ya debo matar a alguien — empecé a llorar —. No soy capaz de hacerlo, me matarán dentro de poco, no sé que voy a hacer.

— Tranquilízate, yo lo haré, sólo dime a quien debo asesinar.

— No dejaré que lo hagas.

— Y yo no dejaré que te maten.

— Pero... — Oliver me besó, de nuevo, no podía permitirlo, pero era incapaz de impedírselo. Esta vez duró más el beso.

— Sólo dime a quien debo matar — volvió a decir.

— No, no quiero que lo hagas.

— Por favor, quiero hacerlo por ti.

— No, yo debo salir de este problema sola.

— Escucha, tú estás acostumbrada a hacer todo sola, te quiero decir que de vez en cuando debes hacer cosas en compañía — lo abracé; tenía razón, tenía toda la razón, sabía que podía confiar en él.

— Es cierto, está bien, ayúdame en esto.

— No te preocupes, todo estará bien.

Oliver me acompañó hasta mi casa. Cuando entré, mi hermana estaba llorando desesperadamente.

— ¿Qué sucede? — pregunté.

— Heder murió — dijo mi padre. Sabía que iba a suceder esto.

— Lo siento — dije.

— ¡Tú no lo sientes! — dijo mi hermana.

— En serio, lo siento.

— No es verdad, no lo es. 

Mi padre miraba desconcertado.

— ¿Qué es lo que sucede? — preguntó mi padre.

— Ella causó todo esto — dijo Anabell.

El Juego De NielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora