Un sinfín de voces me sacaron de la oscuridad en la que había perdido la consciencia. Algunas hablaban en japonés, otras en coreano, incluso podía distinguir algún portugués. Notaba algo frío y pesado alrededor de mi cuello y manos, eran cadenas. Mi cuerpo todavía algo inestable par levantarme, alcé las manos y agarré los barrotes que me tenían enjaulada como un mono de feria. ¿Dónde estaba? ¿Qué demonios habían hecho esos piratas conmigo? Intenté focalizar mi mirada al frente para ver qué estaba pasando. Hombres vestidos de forma elegante se encontraban sentados en sillas levantando unas tablitas con números, una voz potente no paraba de dar cifras cada vez mayores.
Era una subasta. Y yo estaba en venta.
Un sudor frío comenzó a caerme por la frente. Todavía agarrando los barrotes traté de ponerme de pie en busca de ayuda entre algunos de los asistentes. Pero todos ellos estaban centrados en seguir pujando, no les importaba que fuera una persona ni mucho menos. ¡Malditos piratas! Esto no había sido parte del trato.
-¡...!
Tras varios minutos buscando a alguien, la suerte llamó a mi puerta, no podía creer que allí se encontrase Shoujomaru. Nuestras miradas se cruzaron. El comerciante me hizo un gesto con la cabeza y dio un número que dejó a los asistentes boquiabiertos. Nadie pujó después. Unos asistentes me sacaron de allí para llevarme hasta mi nuevo "comprador" o salvador como lo veía en ese caso. Me sacaron de la jaula todavía con las cadenas puestas y me llevaron hasta una habitación, donde llamaron a la puerta y Shoujomaru abrió, uno de los asistentes le cedió unas llaves y cerraron detrás de mí.
-Aquí estáis mi lady, ¿os encontráis bien?
No podía creer mi suerte, si no hubiese sido por Shoujomaru algún lunático me hubiera llevado consigo y realmente no hubiera sabido qué hacer no como volver con los Oda. Ahora que estaba con alguien conocido me encontraba más tranquila.
¿Pero qué hacía en una subasta ilegal? Ahora mismo daba igual, eso quedaba en un papel secundario. Lo que necesitaba era salir de allí y volver con Mitsunari y Hideyoshi cuanto antes.
-Gracias por todo, Shoujomaru.
-De nada, no podía dejar que subastaran a una persona y menos a usted.
Con las llaves en sus manos cogió las cadenas que apresaban mis muñecas y las abrió liberándome de su horrible y opresor peso.
A pesar de sentirme más segura con el mercante a mi lado, algo no me llegaba a cuadrar.
-¿Cómo sabías dónde estaba?
-Un comerciante tiene conocimientos. Quizá no te hayas dado cuenta, pero estamos en un barco extranjero lejos de la costa donde tienen lugar subastas de lo más exóticas. En tierra están prohibidas, pero aquí no existe la ley. Incluso esos daimios que las prohíben han venido como vendedores... y compradores.
Masajeé mis doloridas muñecas.
-¿Cómo puede haber gente que haga cosas así? ¡Es inhumano!
A pesar de todo Shoujomaru continuaba con una tímida sonrisa al hablar sobre el tema.
-A la gente le gusta controlar a los demás. Especialmente aquellos que son débiles, forzando a los que están por debajo suyo simplemente para sentirse mejor. Al menos es lo que creo.
Su sonrisa desapareció.
-Pero es el colmo que alguien como esas personas sean los que nos digan qué es lo que podemos o no hacer en nuestras vidas
Estaba enfadado. Aunque, quizá la expresión enfadado era poco su rabia podía verse a través de sus ojos.
-Bueno, no es que no condene lo que acaba de pasar aquí. Es más, en cuanto ponga un pie en tierra, Nobunaga será el primero que oiga lo que está pasando. Pero, respecto a lo que dices, si quitamos a esta gentuza, hay personas con buenas intenciones que tratan de mejorar el mundo, y las necesitamos en la sociedad para guiar a los demás.
Su irá parecía ir en aumento.
-¿Qué queréis decir?
Noté cómo mi voz temblaba ante esa nueva versión de Shoujomaru.
-P-pues gobernadores justos, enseñantes, co-comerciantes como tú. Gente que tenga en su mente un futuro mejor.
Hubo un silencio aterrador.
-¿Hablas de gente como Nobunaga?
-¡Exacto! Es obvio que no le cae bien a todo el mundo, pero sin duda sus metas son prometedoras para todo Japón.
Como si hubiera contado un chiste Shoujomaru empezó a reírse sin parar. Se pasó la mano con el guante blanco por el pelo y echó su cabeza hacia atrás mientras continuaba riéndose. Y de pronto sus ojos me perforaron.
-¡Mierda! ¡Se acabó, no puedo seguir con esto!
Su comportamiento había cambiado por completo, el amable y educado Shoujomaru se había convertido en una persona totalmente extraña. Su tono de voz lleno de ira y rabia me dio escalofríos. El comerciante se inclinó hacia mí sonriendo de oreja a oreja.
-¿Realmente le traes suerte a Nobunaga o simplemente matas a sus enemigos con tu exasperante personalidad? ¡Ja! Esta vez eres tú la que ha perdido su suerte, m'lady.
No entendía absolutamente nada.
-¿Shou-jomaru?
El hombre cogió la cadena que todavía colgaba de mi cuello y me llevó hasta él con un tirón.
-El nombre de tu dueño es incorrecto. Es Motonari Mouri, ¿savvy?
No podía creer lo que estaba oyendo.
-¡...!
Quería salir corriendo, huir de allí en ese mismo instante. No solo estaba rodeada de gente que iba a comprarme ilegalmente, había caído en manos del enemigo al que estábamos buscando. Había caído en las manos de un temible pirata.
-¡Ja,ja, ja! ¿Se te ha comido la lengua el gato? Déjame que te diga algo TÚ ME PERTENECES. Pero, después de lo que hemos hablado, dejaré a que tengas derecho a decirlo tú misma.
Sacudió la cadena.
-Vamos, dilo. Di "soy tuya".
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Motonari x OC COMPLETO (Ikemen Sengoku)
RomansUna intérprete que trabaja para Oda Nobunaga se verá envuelta en una red de mentiras y engaños, atrapada por una ola que la llevará hasta uno de los más temibles piratas, Motonari Mouri. ¿Será capaz de agarrar el timón y poner rumbo a puerto a salvo...