Quemarlas.

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(20) Quemarlas.


Un psicólogo tiene problemas como cualquier otro ser humano. Los psiquiatras igual. El hecho de que conozcamos la mente humana, no nos da el privilegio de a veces poder controlar la nuestra.

Yo debo usar mi mente, mi mente no me debe usar a mí.

Tallo mi cuerpo con el jabón y luego de enjuagarme salgo de la ducha.

Me seco y tomo algo de ropa que Verónica había dejado en esta habitación. El vestido beige sube por mis caderas y lo  abrocho detrás de mi cuello. Tomo un par de zapatillas y le doy algo de forma a mi cabello. Vuelvo a maquillar el moretón y pongo brillo sobre mis labios. No pretendo tardar mucho, así que no me arreglo demasiado.

Doblo las pocas cosas mías que hay aquí; que no son más que un pantalón, una franela y un pijama junto con lo que compré en el centro comercial. La puerta se abre a mi lado y una cabellera larga y castaña aparece.

-¿Qué haces?- pregunta cuando me ve guardar las cosas en mi bolso. Alek realmente lo piensa todo.

-No viviré aquí por siempre.- me encojo de hombros.

-Y yo te dije que te podías quedar el tiempo que fuera necesario.- responde.

-Ya no necesito más tiempo.- sigo.

-Lilith, aun todo es muy reciente, ¿Por qué haces esto?

-Vero, no sé porque te sorprende.

-¿Y a dónde iras?- se cruza de brazos- ¿con Vladimir? No lo creo.

-No, por supuesto que no.- dejo mis cosas y me ato el cabello.

-¿Entonces?

-Rentare algo mientras busco donde vivir, Verónica.

Ruedo los ojos y veo como lucha internamente por no seguir refutando.

-Lo que digas.

Me ve salir de la habitación y escucho sus pasos detrás de mí.

-¿Vas a salir?- pregunta, intrigada.

-Sí, saldré.- tomo las llaves de mi auto-¿y Lean?- pregunto al no verlo por ningún lado.

-Devorando la tarta que hiciste- me responde-, pero no me cambies el tema.

-Iré a un restaurante, no muy lejos.  Vladimir me cito.

-¿Y iras?- pregunta consternada.

-Verónica, no me ocultare de él toda mi vida, ¿sí?- alzo la voz-. Tenemos que hablar, no le contare sobre él bebe, pero hay otros temas- suspiro-. Me dará el divorcio.

Sus ojos se abren al confirmarle de manera indirecta que si estoy embarazada.

-¿Se lo pediste?

-No, él ya lo suponía.

Asiente varias veces y recuerdo al perro.

-Rocco está amarrado atrás.- Informo antes de salir. 

Me monto en mi auto y las rejas se abren dejándome salir. Muerdo una de mis uñas acrílicas con indecisión. Debería hablarle sobre lo que se forma dentro de mi vientre, lo hicimos juntos y tiene derecho, pero el miedo de que quiera quitármelo, o algo parecido me detiene.

Lo mejor por ahora es que me el divorcio y ya veré luego. Salgo de indian creek y acelero por la avenida. La oscuridad de la noche es alumbrada por las estrellas y la inmensa luna que se posa sobre el auto. Luego de veinte minutos llego al restaurante y bajo del auto, cerrando detrás de mí.  Me acerco al hombre que espera fuera del restaurante y me pide mi nombre para confirmar mi asistencia.

Lilith, reina del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora