Ley del hielo

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(21) Ley del hielo.


Lilith.

¿Dónde estoy?

Mis ojos no enfocan nada, mi cabeza no para de dar vueltas y creo ver todo doble. Estoy acostada sobre una colchoneta. El olor a moho es repugnante y juro escuchar los chillidos de las ratas.

Intento levantarme y termino yéndome de bruces contra el suelo. Cubro mi cara con ambos brazos para protegerme del suelo, pero a mitad de camino cubro mi vientre.

Esta chico, pero podría afectarle.

Suelto un pequeño ruidito de dolor a caer y me quedo sobre el frio suelo.

-Vladimir.- hablo, cuando recuerdo que estuve con él en el restaurante. Comimos, solo bebí una soda y ya.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero estoy segura de que Alek debe querer arrancarse los pelos, Verónica lo debe estar amenazando con cortarle las bolas y Lean en estado de pánico.

Debí decirle a Alek que estuviera al pendiente.

No sé por qué el recuerdo de Joss me llega en estos momentos, sin embargo, por más extraño que sea, me gustaría que estuviera conmigo.

El ruido de un metal chocando con otro me sobresalta.

-Arriba, infeliz.- la voz de un hombre me tensa.

No se cómo llegue aquí, y los nervios me están consumiendo. Mi cabeza no para de dar vueltas y ya no tengo nada que vomitar.

-¿Dónde... estoy?- arrastro las palabras.

-En el infierno.- miente.

-¿Quién me trajo aquí?

-Tu dulce esposo. – mis ojos se nublan y reprimo a toda costa las lágrimas. Bajo un poco la mirada y me fijo en que llevo un enterizo holgado color gris. Me cambiaron de ropa y... grito cuando siento una corriente recorrerme todo el brazo.

-Te dije que arriba.- demanda, nuevamente.

No puedo levantarme, no tengo nada de fuerza. Intento hacerlo y termino otra vez contra el suelo.

Otro corrientoso se siente y esta vez recorre toda mi espina dorsal.

Envuelvo mis manos en uno de los barrotes y logro pararme. Mis piernas flaquean, amenazando con caer contra el suelo nuevamente, pero me mantengo. El hombre frente a mi causa escalofríos con solo verlo.

Parece que lo sacaron del gulag. Su acento ruso me asusta. No quiero pensar que estamos en Rusia.

No tan lejos, por favor.

-¿Cómo es la vida allá afuera, puta?- su tono me da repulsión. Aferro con más fuerza mis dedos alrededor de los barrotes, estabilizando mis piernas. Poco a poco empiezo a ver todo con más lucidez. Algunas hebras de mi cabello caen delante de mi cara, hay cabello pegado a mi nuca gracias al sudor y logro sentir algunas gotas bajando por mi abdomen-¿Te comió la lengua el ratón?- azota una vara contra los barrotes haciéndome sobresaltar y que un horrible sonido se extienda por el reducido lugar.

-¿Dónde estoy?- vuelvo a preguntar. Me niego a creer que Vladimir me trajo aquí.

-Entonces si hablas. Aplicaremos la ley del hielo, tu no me respondes y yo menos. – se encoje de hombros.

-Por fa...- caigo de culo cuando vuelve a azotar los barrotes con lo que sea que tiene en la mano. Aparto el cabello de mi cara y me fijo en mi entorno. Hay manchas de moho por todas partes, las paredes están húmedas, hay una sucia colchoneta a un lado y... no hay váter.

Lilith, reina del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora