Romeo y julieta.

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(9) Romeo y Julieta.

Aterrizamos en Verona horas más tarde. El clima cálido nos recibe y me tomo del brazo de Vlad. Todo es tan vintage que parece de mentira. Nunca había venido a Italia, pero he visto muchas fotos y es verdaderamente hermosa.

Caminamos por las calles de Verona tomados de la mano. Las personas se mueven de un lado a otro, tomándose fotos, comprando detalles y riéndose en grupos.

No me pierdo un solo detalle de todo lo que veo.

-¿Sabías que Verona fue el escenario de...?-

-Romeo y Julieta. – decimos al unísono.

-Sí, lo sabía.

-Bueno, esta noche iremos a ver la obra en el teatro. – besa mi frente.

Me separo de él y lo miro con una sonrisa boba.

-¿Hablas en serio?- murmuro, incrédula.

-Hablo en serio, bonita- me lanzo a sus brazos y rio como loca.

-¡Muchas gracias!- lo beso.

Se ríe de mi euforia y seguimos caminando. Optamos por entrar a un pequeño restaurante y juro tener un orgasmo cuando pruebo el primer bocado de la pizza.

-¡Por dios!- gimo-Es la mejor pizza que he probado.

La camarera que nos trajo la comida me mira con una pequeña sonrisa.

-Las mejores de toda Verona- halaga-. La nonna sabe lo que hace.

Su acento italiano se remarca.

-¿Tu abuela las hace?- pregunto.

Asiente con la cabeza y me encargo de decirle que le diga que probé la mejor pizza del mundo. Se lo diría yo, pero no hablo italiano y ella es la única que habla inglés gracias a su padre.

Vladimir me mira sin expresión alguna y le lanzo una servilleta.

-¿Pasa algo?

Parece salir de su trance cuando me mira.

-¿Qué? No, solo estaba pensando.

Terminamos la pizza y salimos del restaurante. La tarde cae en Verona y proponemos ir a un rio a ver el atardecer. El paisaje es hermoso, los niños corren y manejan bicicletas mientras sus madres corren detrás de ellos. Los adolescentes se fotografían y ríen. Me he imaginado ya unas cuantas veces a un niño entre mis brazos, un pequeño o pequeña que corra de un lado a otro.

Llegamos al rio y alrededor de este hay bancas, nos ubicamos en una de ellas y dejo reposar mi cabeza sobre el hombro de Vlad. El sol se oculta tras el agua, pintando todo el lugar de naranja. Los dedos de Vlad trazan caricias en mi dorso.

-¿Te gusta?- habla con voz ronca.

-Es muy hermoso.- beso su hombro.

-Es muy hermoso.- suelta un suspiro, dejando caer su cabeza sobre la mía.

Nos quedamos en esa misma posición hasta que el sol se oculta por completo. Un vendedor ambulante pasa frente nosotros ofreciéndonos helado. Encantada le entrego cinco euros y tomo dos conos.

Vladimir me mira con disgusto cuando ve mi helado de chocolate.

-Todo va bien.- miento, ocultando el pequeño ataque que tuve hace no muchas horas.

-Lilith.- murmura con advertencia.

-En serio, ahora vamos. Tenemos que ir al teatro.- como mi cono con lentitud, disfrutando del dulce sabor.

Lilith, reina del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora