Nos vengaremos.

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(23) Nos vengaremos.

Lilith

Hace tanto frio.

Todas mis articulaciones tiemblan incontrolablemente.

Me siento tan mal.

Todo mi cuerpo pesa, me siento como una ballena.

Pesada, gigante y mojada. Mi cabello está pegado por toda mi espalda por dentro del overol, siento gotas bajar por todos lados y solo puedo desear tenerlo corto.

Mi cabeza está un poco más clara, ya no está dando vueltas.

Los azotes. Las heridas de mi espalda están al rojo vivo, no dudo que mi cabello este adherido a sangre seca. No pienso moverlo y soltar varias exclamaciones gracias al dolor. A veces, creo no poder respirar y tengo que hacer ejercicios de respiración, todo con tal de no entrar en pánico.

Desde esta mugrienta colchoneta he estudiado los horarios de las dos personas que me vigilan. La mujer que me golpeo en la cabeza y al hombre al cual ya me acostumbre a dejar inconsiente.

No me dejaron más sola, hacen guardias y ninguno me quita el ojo de encima. Justo en este momento, el hombre horripilante me ve desde una silla a unos metros de mi celda. Tiene una venda en la cabeza por las veces que lo he dejado caer, la horrible cicatriz que abarca toda su cara es... no quiero juzgar, pero todo el da repulsión. He conocido miles de hombres con cicatrices y esta será la dueña de mis pesadillas.

Dirijo mi vista hacia un costado cuando escucho algo chocar con los barrotes.

La mujer rechoncha me da un mirada altiva mientras pasea el tubo por los barrotes.

Soy la única en esta posilga, o por lo menos, en esta área.

Por... no se si es de dia, si es de noche o siquiera cuantos días han pasado, pero a una hora especifica del dia se escuchan horripilantes gritos, capaz de ponerte la piel de gallina.

La visita de Vladimir me dejo el estomago revuelto.

Después de que vino me amarraron a una silla y luego del primer corrientazo quede inconciente.

La puerta de la celda se abre nuevamente y no le separo la vista a Fernando o al menos asi me dijo que se llamaba.

Es el hombre que me azoto y me dejo colgando durante horas. Las marcas en mis muñecas me lo confirman.

-Vamos a jugar, Lilith.- hala mi brazo y tengo que tragarme el gemido de dolor.

Me sostengo de uno de los barrotes, intentando que el aire entre a mis pulmones, mi vista se oscurece por un momento por la acción repentina, a paso torpe logro seguirlo.

-Hoy quien se desmaye primero pierde.- me lanza contra una silla y logro identificar el lugar en donde estoy cuando veo como esposan mis manos.

-Por favor...- me duele la gargante con cada palara.

No he comido, no he tomado agua y si desmayarse cuenta como dormir, entonces dormi.

Mi cuello se tensa, aprieto las manos y las piernas cuando la primera descarga me azota. La mujer entra y se queda a un lado de él como si esto fuera una maldita función.

-Ayer no aguantaste ni la primera.- comenta ella.

-Veamos cuantas aguanta hoy.- no, por favor.

La segunda descarga llega y me retuerzo sobre la silla. Siento como mi entrepierna se empaña, mis muslos, la silla donde estoy,. Sentó el agua correr hasta el suelo.

Lilith, reina del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora