Color tormenta

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(3) Color tormenta.

Pasajeros con destino a Kazán-Rusia, por favor, acercarse al área de abordaje. Pasajeros con destino a Kazán-Rusia, por favor, acercarse al área de abordaje;

repite la voz de una mujer a través de los parlantes del aeropuerto. Arrastro mi maleta con Vladimir detrás de mí, mientras nos acercamos al área de abordaje. Le enseñamos nuestros billetes a la azafata junto con nuestros pasaportes vigentes. Nos guían hasta el área de primera clase y con algo de esfuerzo logro dejar mi maleta de mano de uno de los compartimientos. Suelto un suspiro cansino, me siento en mi respectivo asiento y segundos después Vladimir repite el mismo proceso. Una de las azafatas nos da las indicaciones para abrochar nuestro cinturón. Escucho los motores del avión y me aferro al reposa brazos con fuerza, enterrándole las uñas en el proceso.

Respiro profundamente al sentir el miedo haciendo estragos en mi interior.

Tranquila, Lilith.

El avión despega dejándonos en el aire y mi respiración se calma, los latidos de mi corazón se ralentizan y abro los ojos poco a poco.

Iré a Rusia. Conoceré a los padre de mi prometido, nos llevaremos bien; eso ultimo suena a un mal chiste. Me rio para mis adentros.

Dos horas más tarde siento mi vejiga a punto de reventar y me levanto a ir al baño. Entro al reducido cubículo y luego de hacer mis necesidades, me lavo las manos y seco con las servilletas. Una fuerte sacudida me hace irme de un lado y quedo apoyada contra la puerta. El avión se sigue sacudiendo y con dedos temblorosos intento abrir la puerta, pero esta no cede.

-Por favor, abróchense los cinturones- escucho la voz de una de las azafatas. -. Pasaremos por una tormenta y habrá algo de turbulencia.

Tiene que ser un chiste. Zarandeo la puerta con fuerza. Mi corazón empieza a acelerarse al igual que mi respiración. ¿Dónde carajos esta Vladimir?

El avión sigue moviéndose de un lado a otro, ocasionando que mi cabeza choque contra el marco de la puerta. Un líquido viscoso y caliente baja por mi cien, siento mi visión nublarse y tengo que parpadear varias veces para poder enfocar mis manos, que lleve a la zona afectada y ahora se encuentra llena de sangre.

Escucho un fuerte ruido a mi lado y veo que la puerta fue abierta de manera brusca. Un hombre entra por ella y me toma en sus brazos, ignorando el parloteo de la azafata que le ruega que vuelva a su asiento. Unos profundos ojos grises que me dejan sin aliento me devuelven una mira apenada.

Me deja en un asiento y se sitúa a mi lado, abrochándome el cinturón. Minutos más tarde la turbulencia se detiene, mi cabeza da vueltas y tanteo el respaldo en el que estoy apoyada. La misma azafata que me guio a mi puesto horas atrás, llega a mi lado con un Quit de primeros auxilios. Limpia mi cara y vierte un poco de alcohol en mi herida. La envuelve con una pequeña venda y se despide, le agradezco con una pequeña sonrisa y se va. Recuesto mi cabeza al espaldar del asiento y mis ojos se abren de par en par al recordar al hombre que me trajo hasta acá. Giro mi cabeza dispuesta a agradecerlo por sacarme de allí, pero el asiento continuo al mío está vacío, paseo mi mirada por toda la cabina y no veo aquellos ojos grises, en cambio veo a Vladimir dirigirse hacia acá, con afán. Toma mi cara entre sus manos y, sus ojos me recorren de arriba abajo.

-Joder, bonita- murmura contra mi frente, dejando un casto beso en ella-. Las azafatas no me dejaron ir a buscarte, dijeron que se estaban haciendo cargo. No pensé que pudiste haberte lastimado.

Le sonrió y dejo un beso a la altura de su pecho. –Todo está bien, cariño. – le aseguro.

Pasea su mirada a los alrededores y seguidamente se sienta a mi lado, justo donde el hombre que me ayudo se había sentado. Quiero contarle sobre quien me saco del baño, pero se pondría como loco al saber que alguien más pudo ir y él no. Recuesto mi cabeza en su hombro mientras con su mano derecha reparte caricias a lo largo de mi mano. Cierro los ojos y me aseguro de estar bien. Estoy con él, nada malo paso, solo fue un incidente. Pero, unos increíbles ojos color tormenta acechan mi mente. Quiero agradecerle por ayudarme y para mi desgracia no está por ningún lado. Con todo el alboroto gracias a la tormenta, mis ojos empiezan a pesarme y me acurruco contra el costado de Vlad, encantado me rodea con sus brazos y me dejo llevar por Morfeo.

Lilith, reina del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora