Como una diosa

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(14) Como una diosa.

Me recuesto sobre el hombro de Verónica, quien pierde su mano entre mis hebras. Sabe que ocurre algo y no lo quiere dejar pasar, sin embargo, ha respetado mi espacio y no ha insistido más.

Está viendo un episodio de los Simpson. Intenta bromear al respecto, pero al ver lo desatenta que estoy, se rinde.

Mi cabeza no deja de gritarme una y mil veces lo sucedido, todo se repite en un bucle y solo quiero largarme lo más lejos posible. Estar sola y dejar que mi cabeza se enfrié.

Alek trajo ayer por la noche la noticia sobre el baile de beneficencia. No me dio detalles, solo se fue luego de dejar el mensaje y por algún lado se lo agradecí. Aun pensaba seriamente el ir o no ir. No sabía lo que iba a pasar con mi matrimonio.

Vladimir nunca me había puesto una mano encima y mi mejilla se había tornado purpura por ello. El moretón era horrible. Paso de ser rojo a morado y tiene algunas motas verdes.

Intente maquillarlo en la central, al final no pude terminar porque Verónica se terminó cargando la puerta. Enloqueció al verme la mejilla y tras estar unas horas convenciéndola de que estaba entera, por no decir bien, logre sacarla de allí y dirigirnos hasta su casa.

Rocco, su perro posa su hocico en mi pierna, sacándome de mis pensamientos. Sus orejas puntiagudas se mantienen alzadas en todo momento y su pelaje negro me hace cosquillas.

-Rocco, ahora no.- lo reprende.

-Déjalo.- le acaricio sus orejas.

-Aun no comprendo porque no adoptaste uno.- señala a su doberman-. No sé quién te hizo eso- se levanta y apunta mi mejilla-, pero este perro mataría al que me tocara un solo pelo- le besa la cabeza-, si tuvieras uno tal vez hubieses evitado...

-Vladimir es alérgico.- evito el tema del golpe.

-¿Realmente no me lo vas a decir?- se sienta en la mesa del café, quedando frente a frente conmigo.

-Verónica, yo...- mi voz sale en un susurro- no sé qué paso, no sé porque se puso así.

Llevo toda la tarde de ayer y lo que va de día reventándome la cabeza, buscándole respuestas a preguntas que se responden solas. Más bien solo busco excusas.

-Lilith, ¿quién...?

-Vladimir intento forzarme.-no tiene caso seguir ocultándoselo-. Me golpeo y solo he buscados respuestas para justificarlo, aunque sé que está mal. Estaba muy ebrio y yo no quería estar con él así, estaba fuera de sí. Destruyo su despacho y si no fuera por Alek no sé qué hubiese pasado.

O tal vez si lo sepa, pero no quiero aceptarlo.

-No sé por qué.- un sollozo se me escapa-. Nunca lo creí capaz y ahora no sé qué será de nosotros, pero le tengo miedo al hombre que amo, tengo miedo de estar sola con él y solo pensarlo me pone peor.

Pega su pecho al mío y recuesto la cabeza sobre su hombro, dejando ir todo lo que reprimí ayer.

-Lilith.- murmura con voz rota.

-Lo siento, Vero, pero nunca me sentí tan destruida y débil.- me aferro a ella como si fuese lo único que me sostiene a la tierra.

-Voy a arrancarle las bolas.- susurra más para ella que para mí-. ¿Como siquiera se atrevió a tocarte?

No respondo, me quedo en silencio.

-¿Iras al baile?- cuestiona.

-No estoy segura.

Lilith, reina del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora