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ALICE HILL

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ALICE HILL

Día decisivo. La luz por la ventana hace que me despierte de mi octavo sueño. Me cuesta demasiado poder levantarme de mi cama, pero el sonido de mi teléfono explotando por las notificaciones me obliga a pararme.

Miles de mensajes por parte de Leo aparecen en mi bandeja de notificaciones, cuatro llamadas perdidas por parte de Vic y una de Carlos. Supongo que mi mejor amiga habrá querido entrar a la habitación, pero el cansancio pudo más conmigo y escuché ningún ruido hasta la mañana siguiente, o sea ahora.

Rápidamente me paro de mi cama y voy directo al baño para lavarme la cara. No llevo mucho tiempo haciéndolo hasta que escucho como alguien llama a la puerta.

–Voy–respondo al llamado y dejo mi cepillo de dientes sobre el pequeño lavamanos.

Me apuro cuando escucho que siguen insistiendo y cuando abro la puerta me encuentro con dos rostros conocidos: Vic y Carlos.

–¿Por qué no contestas el teléfono? Te hemos estado llamando toda la noche–me dice mi mejor amiga mientras entra a la habitación acompañada de su pareja.

–Lo siento, me he quedado dormida y sabes que cuando eso pasa, nada me puede levantar–le respondo para luego cerrar la puerta e ir hacia ellos.

Carlos va directo a la pequeña ventana que tengo y empieza a mirar como si estuviera buscando algo, mientras que Vic se sienta al borde de mi cama.

–Mamá me mandó el artículo de la ex de Lando–dice finalmente mi mejor amiga.

Sabía que había venido a hablar sobre esto, pero no encontraba las palabras correctas para defenderme.

–Abajo hay cientos de fotógrafos esperando a que salgamos–por primera vez habla Carlos–¿Qué vamos a hacer?

–Pues nada, no pienso salir en todo el día de esta habitación–le respondo mientras vuelvo al baño para continuar con lo que estaba haciendo.

–Alice, tenemos un compromiso con el club y debemos salir en dos horas–escucho hablar a Victoria a lo lejos.

Tenía razón, debíamos salir y arreglarnos para el famoso disque partido importante, pero simplemente no quería ir.

Asistir a ese lugar implicaba muchas cosas y una de ellas era llamar la atención de todos, sin contar que claramente no iba a poder evadir a la prensa local.

–Sabes que no puedo ir, hacerlo significaría ser perseguida por la prensa y no quiero pasar por eso de nuevo–le respondo y salgo del baño para buscar una camiseta enorme junto con un short para poder usarlo.

HILL | LANDO NORRISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora