ALICE HILL
Nunca me equivoco. Eso es algo que tiene sus ventajas como sus desventajas. La prensa había captado a Lando subir en su McLaren color naranja papaya en el aeropuerto de Turín e instantáneamente las redes sociales empezaron a explotar.
Una vez que el inglés que había logrado volverme completamente loca salió de la habitación con un traje ceñido al cuerpo y bañado en su típica fragancia me sentí completamente enamorada de él.
¿Como es que me podía enamorar cada vez más de él? Este efecto solo lo causaba él en mi.
–Listo, vamos a ver a los tortolitos–me dice para tomarme de la mano y llevarme con él hacia la salida.
Ambos salimos tomados de la mano de la habitación y poco pensamos en si es que algún fotógrafo estaba afuera del hotel.
Y ese fue un gran error. No eran dos o tres fotógrafos, eran por lo menos más de cien.
–Por la puta madre–escucho como Lando se queja cuando bajamos al lobby del hotel.
Las ventanas nos permitían ver cómo había un pequeño tumulto de personas esperan por nosotros en la acera que se encontraba al frente del hotel. Por instinto, miro a Lando buscando una respuesta por su parte.
Estaba entrando en pánico.
–Tranquila, lo voy a arreglar–me respondió tratando de calmarme.
El inglés empezó a caminar hacia un lugar más privado acompañado por mí y algunos miembros del hotel se dieron cuenta de nuestra preocupación.
Una vez que estuvimos en un lugar apartado de la entrada, Lando sacó su móvil para empezar a hacer unas llamadas.
–Señorita, lo sentimos mucho por los fotógrafos. Tratamos de mantenerlos lo más alejados posibles, pero eso es lo máximo que hemos podido–un trabajador del hotel empieza a hablar.
Yo sabía que no tenía por qué disculparse, él no era culpable de este tipo de hostigamiento.
–No pasa nada, ¿sabes si la puerta trasera está igual o algo?–le pregunto mientras veo como Lando sigue al teléfono.
Estaba molesto, furioso.
–Está más despejada, pero hay como diez fotógrafos aproximadamente. Le recomendaría salir por ahí ya que por la entrada principal es casi imposible–me responde otro trabajador y yo asiento con mi cabeza.
Busco con la mirada a Lando y este había terminado de hablar al teléfono. Se le notaba frustrado, pero una parte de mi sabía que el inglés no sabía como mantener el perfil bajo, a donde iba lo reconocían todos.
Especialmente por su McLaren color naranja papaya.
–¿Y ahora?–le pregunto a mi novio.
–Están trayendo otro McLaren negro al hotel para tratar de confundir a los fotógrafos–me responde para luego acercarme a él y abrazarme.
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HILL | LANDO NORRIS
FanfictionTodos conocen la historia de amor de la cantante que fue a formar parte de la familia de Fórmula Uno y terminó enamorada de uno de los pilotos promesas de Gran Bretaña. Pero una serie de malas decisiones tomadas por ambas partes hacen que su amor se...