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ALICE HILL

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ALICE HILL

Los días que habíamos pasado junto con Pierre y mi pareja de tórtolos favorita habían sido sin duda de lejos unos de los mejores aunque no había tenido tiempo de decirle a Lando que ya había tomado una decisión. Claramente, tanto Pierre como Carlos y Vic se tuvieron que ir antes del miércoles para poder llegar descansados y así poder prepararse para el próximo Gran Premio que sería el siguiente fin de semana.

Una pena invadía mi corazón al saber que Lando no iba a volver a Woking hasta que probablemente Zak lo jalara de los pelos por no querer dejarme sola un segundo.

Y no lo culpo, la verdad que estos días a su lado habían sido más que fantásticos.

–¿Fueron lindos estos días con Pierre y los chicos, no?–habló Lando mientras me servía un poco de zumo de naranja de desayuno.

–Sí, la verdad nunca pensé poder tenerte a ti y a Pierre juntos por tanto tiempo–le respondí con una sonrisa para luego beber un poco del zumo lo cual generó que el inglés me mire con una sonrisa en su cara para luego llevarse un poco del omelet que había preparado a su boca.

Lando había hecho todo lo que nunca en su vida había realizado. Cocinó, limpio, sacó a pasear al perro, me trató como si fuera un cristal.

–Lan, en serio gracias por todo estos últimos días. Sé que no fue fácil para ti hablar con Pierre y yo..–iba a continuar hablando, pero la mano del inglés sobre la mía hizo que parara de hablar.

–No tienes por qué agradecérmelo, lo hubiera hecho mil y un veces si es que de verdad lo necesitabas porque te quiero–me dijo serio mirándome fijamente a los ojos para así trasmitirme que sus palabras eran lo más sinceras posibles.

–Y yo a ti–le respondí para levantarme de mi lugar e ir a plantarle un beso muy tierno y dulce.

Una vez que me separe de él, sus ojos verdes azulados conectaron con los míos al instante y ambos nos quedamos en esa posición por unos segundos que para mí se sintieron como horas. El inglés me había dedicado una pequeña sonrisa, pero nunca había separado su mirada de mi.

En ese momento supe que era el indicado para decirle mi respuesta a su pregunta de hace algunos días.

Era el momento perfecto.

–Sí, Lando–dije por decir y su cara cambió a confusión total.

–No entiendo, ¿sí a qué, princesa?–me pregunto sin quitar su sonrisa de su rostro.

Sí me quiero mudar contigo a Londres, Lan–le respondí con una pequeña sonrisa en mi rostro que poco a poco fue aumentando.

Una vez que termine de formular esas palabras, me pude percatar que un pequeño brillo apareció en la mirada de mi apuesto novio y se quedó estático, como si estuviera en shock. Pero a los pocos segundos, Lando saltó de su lugar para tomarme entre sus brazos y abrazarme lo más fuerte que pudo.

HILL | LANDO NORRISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora