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LANDO NORRIS

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LANDO NORRIS

No me esperaba ver lo que acababa de pasar. Sabía del dolor de manos de Alice, pero nunca pensé que llegaría al punto de impedirle tocar un instrumento musical.

La había visto sufrir en toda la presentación de su nueva canción y me había dolido mucho verla así. No tenía que pensarlo mucho para llamar a Zak para decirle lo que había pasado y que obviamente, no iba a estar presente en el próximo Gran Premio.

–¿Lando? Son las seis de la mañana, niño–me responde mi jefe la llamada.

–Alice está enferma Zak, acabo de verla ponerse mal en plena presentación–le comentó a Zak bastante nervioso.

–Lo siento hijo, de verdad lo siento–me responde Zak y puedo notar su preocupación–¿Como puedo ayudarte?

–Déjame ausentarme en el próximo Gran Premio, necesito estar con ella–las palabras salen de mi boca sin pedir permiso.

Era una decisión bastante precipitada, estaba en el mejor momento de mi carrera y tercero en el campeonato mundial, pero poco me importaba ahora correr. Mi lugar era estar a su lado.

–Está bien Lando, puedes faltar. Hablaré con Armstrong para que te reemplace en este Gran Premio, pero para los próximos no creo que pueda convencer al equipo para hacer ese cambio–me advierte mi jefe, pero poco me importa su comentario.

–Intentaré solucionarlo, cualquier cosa te aviso–le respondo al americano y cuelgo la llamada.

Ahora tenía que conseguir un avión para ir lo más rápido a Los Ángeles.

Ese recuerdo se me viene a la mente cuando estoy caminando entre los pasillos del hospital donde estaban atendiendo a Alice. Después de varios minutos, logró encontrarla en pequeño cuarto sola.

Estaba sentada sobre la pequeña camilla, mirando al piso. Mi mirada recorre todo su cuerpo hasta que veo los hematomas que están en sus manos y brazos. Me siento impotente y al borde del colapso cuando la veo así. Hace unas horas estaba perfecta y sin ningún problema, pero ahora parecía un frágil cristal que se podía romper fácilmente.

Afortunadamente, no se había dado cuenta de mi presencia así que logró salir de ahí con facilidad para sentarme en el pasillo del frente. Unas pequeñas lágrimas salen de mis ojos y simplemente tengo miedo.

Tengo miedo de perderla.

–Joven, ¿necesita algo, busca a alguien?–me pregunta una enfermera y se sienta en cuclillas para quedar al frente de mi.

HILL | LANDO NORRISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora