✨ENCANTADOR✨*draron*

Karma

Se abrazaban y se besaban, palidecia el carmesí al lado de los labios rojos del rubio, la exitosa reconciliación, daba inicio a una nueva etapa de fortaleza en la relacion que mantenian los amantes.

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Por otra parte el misterioso y lujubre hombre, de cabellos platinados, sonreía en soledad, bajo la penumbra de la luna, que besaba con cautela los labios de la tierra.

Caminando por el amplio jardín, satisfecho, imaginando y regocigandose de una victoria, que aun no se materializaba de su imaginación; se encontró a su esposa, sentada frente a una fuente de agua cristalina, sonriendo melancolica.

-¡vaya que las sonrisas, alimentan este universo!- exclamó una estrella fugaz, que pasaba sobre ellos, marchandose y perdiendose, hasta convertirse en un recuerdo.

-Te amé...- susurro la mujer, con un tono compasivo y triste.

-Narcissa, no te engañes, me amas- quiso corregir mientras se sentaba a un lado.

-todo acabo...- Volvió a hablar con el semblante exacto, similar a un canto silencioso de las almas, que solían llamar epifanías.

-¿a que te refieres?- una duda y un sentimiento de inconformidad lo dominaban.

- ahora lo saben todo- por fin giraba para ver los ojos grises que la admiraban consternados- ahora cariño mio, ya no lastimaras a nadie, vivirás solo, por si aún tu mente retorcida decide castigarte a ti mismo.

-¿podrias ser mas clara por favor?, me está preocupando está situación.

-de hecho esa es mi intención querido, hacer que la duda y el miedo te consuman, que te queme por dentro la frustracion y termines suplicandome, para que me convierta en tu juez y tu verdugo.

Ahora el delgado hombre temblaba notoriamente, analizando en su mente una y otra vez, preguntandose a que se debia el inusual comportamiento de la mujer.

- el infierno fue hecho para ti, pero para llegar a el te falta esperar un poco, lo mas adecuado para ti, sería el infierno en la tierra.

El hombre se estremeció al escucharla hablar de esa manera, tan vengantiva y resentida.

- creo que alguna vez te escuché decirlo, eres el rey cariño...¡eres el rey de las mentiras!, de la traición, eres el rey de los cobardes.

-¡deja de jugar de una vez mujer!, si lo que quieres es el divorcio, no me importa firmarlo en este instante.

- no se trata de eso- la mujer se acercaba moviendo las caderas, acariciandole el rostro con sus dedos, para despues dirigirse con ellos a la costura de la gruesa capa que lo cubria.

- oh, ya veo, quieres jugar, lo hubieses dicho querida- el hombre se acercaba con la intención de besarla.

La gruesa capa, cayó sobre el cesped recien cortado, la mujer movia sus dedos bailarines, ahora retirando la blanca camisa que adornaba el pecho de su esposo, dejandole el pecho desnudo.

Allí estaba, una marca en su antebrazo izquierdo, allí estaba su boleto a azkaban, un boleto para el infierno en la tierra.

-cada quien tiene lo que merece- susurro la mujer, dándole la espalda a su esposo, que suplicaba piedad mientras afirmaba horrorizado una falsa inocencia...