Capítulo 17

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Escuchar Jonas Brothers - Burnin' up.

A las pocas horas de poder parar de llorar y conciliar el sueño, Rosalie fue despertada por los fuertes e insistentes toques en su puerta.

Intentó obviarlos... hasta recordar que ni era su casa, ni tenía la mañana libre... y que el imbécil cobarde de Loki la había abandonado. El odio consiguió levantarla de la cama y obligarla a caminar hacia la puerta.

- Buenos días, señorita. Soy el soldado Hodiak, mi señora le espera en el comedor. La acompañaré cuando haya terminado de vestirse.

Rosalie se frotó los ojos cansados. Aquello era cierto? Aquél bombón de piel morena y cuerpo de infarto sería su soldado? La prestación del soldado incluiría absolutamente todos los servicios habidos y por haber...? Dios... cómo le gustaría poder arrancerle la armadura y la camiseta con sus dientes...

Le gustaría, sí. Pero no en aquél momento, cuando lo único que quería era dormir. Rosalie agradeció la predisposición del hombre, cerró la puerta... y se tiró de nuevo sobre la cama, deseando desaparecer del planeta, de aquél maldito universo... de la vida, por un instante.

Los toques en la puerta volvieron a sonar. Rosalie maldecía el momento en que pidió a Lorelei que la enseñara a luchar al estilo de aquél planeta. Por qué no mantenía la boca cerrada?

"Porque tienes que salvar a tu hermana."

Ese era otro punto. Su maldita hermana pequeña no era capaz de mantenerse soltera como Rosalie, ni de olvidarse de amores a través del espacio. Jane, aparentemente simple, y tan jodidamente testaruda. Si la tuviera delante le partiría la cara. Pero como siempre... Rosalie arriesgaría su vida por salvarla de los líos. En este caso de un capullo machista y ególatra con complejo de Dios omnipotente. Cómo si no tuviera suficiente con políticos corruptos y presidentes con aspiraciones de reyes absolutistas...

Rose eligió una falda ligera y una blusa de asillas bastante frescas de tela verde esperanza, con unas sandalias de cintas de cuero. Su pelo fue recogido en una coleta de caballo, dejando algunos mechones enmarcando su luminoso rostro.

El guardia seguía en su posición, de espaldas a la puerta. Rosalie empezó a caminar por el pasillo, olvidando la existencia del muchacho. En más de una esquina aprovechó para observarle de reojo y encontrarle observando su parte baja del vestido. Los hombres seguirían siendo hombres en cualquier planeta o universo alternativo...

- Buenos días, querida! -saludó Lorelei desde su asiento en la pequeña mesa. Rosalie tomó una bebida fría que le tendió un sirviente, así como unas nueces raras y lo que parecía ser pan con algo untado-. Estás lista para el entrenamiento?

Rose vio cómo el soldado Hodiak permanecía lo suficientemente alejado para darles privacidad, pero cerca para escuchar. A pesar de todo, mantenía la cabeza gacha durante cada segundo.

- Completamente. Cuánto antes empiece, antes regresaré a Asgard.

- Prometo hacerte una experta. Ni Lady Sif podrá contigo!

En aquél momento, Rosalie no creyó lo complicado que sería reutilizar sus técnicas de lucha, las distintas habilidades ganadas, para adaptarlas al estilo de Lorelei. Los ciudadanos de Dallenver tenían una forma bastante peculiar de luchar. Usaban las espadas, el cuerpo y mente, una especie de machetes ligeros pero bastante afilados, pequeñas pero matonas cuchillas en forma de disco con muchas puntas afiladas... Casi podían ser los ninjas del universo alternativo! Sólo faltaba el uniforme negro con la banda roja en la frente.

Lorelei solía tener muchísima paciencia con Rose, sobre todo cuando la tiraba sobre el suelo acolchado varias veces seguidas. No era facil enfrentarse a movimientos demasiado rápidos y certeros con el kick boxing aprendido hace seis años.

El precio de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora