Capítulo 53

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Rosalie sintió como si miles de pequeños y afilados papelitos cortaran cada fibra de su suer, hundiéndola en unas arenas espesas y pegajosas, como el sudor que quedaba en su cuerpo después de un duro día de entrenamiento.


Un calor semejante a las veces que Eraide tomaba control de su cuerpo y mente, empezó a quemarla por dentro. No era molesto, ni siquiera irritante... Sólo agradable y purificante.


Recordaba a la perfección cada última milésima de segundo antes de haber cerrado los ojos. Recordaba el arrebato de pasión al ver cómo Amora se incorporaba con cuchillo en mano para matar a Loki, recordaba la adrenalina corriendo por sus venas y el miedo siendo sustituido por el sentimiento de protección a un ser amado. Recordaba interponerse entre los dos y recibir el golpe... al mismo tiempo que ella introducía la daga de Loki en la piel de la hechicera. El metal se incrustó en cada órgano, desgarrando y causando hemorragia. Sentía el calor de la sangre empapar su estómago, transparentándose en su camisa; el cegador dolor y las ganas de gritar; la sensación de que después de la muerte...no habría nada. Vio la misma confrontación en los ojos de Amora, que rápidamente perdía su vida y se desmoronaba a sus pies...


Y entonces calló Rose al suelo, sobre su propia espalda... Nerviosa por tapar la herida, por retener su sangre. Temerosa de no poder volver a verle, de perder ese futuro juntos.


Loki fue rápido en aquél momento, sosteniéndola entre sus brazos, contemplando aquellos ojos azules que poco a poco se apagaban. Rose sabía que su hombre susurraba unas palabras... pero era incapaz de concentrarse en ellas. Por el contrario, sí fue capaz de fijarse en el dolor de aquellos ojos verdes, que aguantaban las ganas de llorar como un niño pequeño... Su pequeño y perdido niño Loki...


¿Cuántas veces había visto aquella mirada en él? Nunca... Y dudaba de que alguien la hubiera visto alguna vez.


Intentó acariciar aquél bello rostro una última vez, aquella tersa y blanca piel... aquellos labios finos y sonrosados... pero su mano fue incapaz de levantarse... por el contrario, caía inerte sobre el suelo, fría y pesada, mientras Rosalie sufría por dentro. Por no poder cumplir su última voluntad, y tener que morir viéndose reflejada en aquél dolor esmeralda.


Y allí estaba ahora. En una especie de Nimbo, de Valhalla... que tanto le recordaba al último encuentro con sus padres y Alma. Donde una vez le dieron la oportunidad de regresar a la vida. Donde creía que ya no recibiría más opciones sino ir al Cielo. Ella aún no estaba lista. No podía abandonar tan fácilmente a quien tanto quería. Ahora no. No ahora que estaba dispuesta a luchar por Loki con uñas y dientes... No ahora que imaginaba el inicio de una nueva etapa, más feliz, más familiar...


- ¡Alma! -gritó Rosalie, enfurecida consigo misma, con el mundo, el universo y todo aquél ser viviente o muerto que confabulara contra ella y su maldita felicidad-. ¡Aparece!


Nadie respondió. Ni siquiera un cambio en el ambiente. Sólo el mismo tono blanco y el dulce calor.


- ¡Alma! Tenemos que hablar. ¡No puedes hacerme esto!


El silencio se extendió por el espacio, escuchando rebotar su voz hasta perderse.


- Bienvenida, Rosalie Foster.

El precio de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora