Capítulo 42

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Esa misma noche, Rosalie se había introducido en las dependencias de los soldados gracias a la ayuda de una criada. Robó un par de botas de cuero, una capa con capucha, unos pantalones y una camiseta ajustada de asillas. Sif la mataría cuando se enterara de la desaparición de su camisa favorita. También le quitó a Frandal una de sus muchas espadas. El resto lo encontró en un almacén, equipándose con cuchillos y dagas.

Envuelta en un manto de oscuridad, Rosalie abandonaba el palacio de Asgard, dejando atrás a dos niños en una buena habitación y en las mejores manos... y creyendo abandonar a su amante.

Más no fue hasta que ensillaba un caballo, que una mano se posó en su hombro, asustándola y estremeciendo su alma.

- ¿Qué haces aquí? -Loki casi parecía rugir de furia contenida, apretando los dedos sobre la piel morena de la muchacha-. ¿Pensabas largarte de nuevo como una vulgar ladrona?

- ¿Yo? Sólo iba a dar una vuelta... -rio nerviosa Rose, sacudiéndose aquella mano de encima, terminando de ajustar las bridas al animal-. No sé de qué me hablas.

- Eres una maldita mentirosa, Rosalie Foster -Loki tiró del caballo, alejándola de ella. Rosalie intentó coger las riendas-. Donde quiera que vayas, iré yo.

- ¡Por favor, Loki! Tú lugar esta aquí, en Asgard. Yo tengo que salvar a una chiquilla.

- ¿Te crees la única que quiere encontrarla? Thor me está volviendo loco de la cabeza de tanto llorar por ella y llamarla en silencio.

- No puedo esperar aquí a saber de noticias, Loki. Tengo que irme.

- Pensé que eras sincera esta tarde al decir que querías formar una familia conmigo -el joven frunció el ceño, ocultando la pena en su mirada. Rosalie acarició su mejilla, montando al caballo y aferrando las riendas con fuerza.

- No te pido que elijas entre tu mundo y yo... No me lo pidas a mí tampoco.

Aquellas palabras le dolían más que nada. Era una forma de decirse a sí misma que nada entre Loki y ella sería nunca posible. Pero escucharlo de sus labios fue más duro todavía, parecía una idea metida en su cabeza y que nunca se alejó de allí. Notaba el sufrimiento del joven, su desazón a sentirse traicionado una vez más. Pero ella no podía crearle falsas ilusiones como se hizo a sí misma. Si alguna forma existía de minimizar los daños en Loki, Rose lo haría gustosa. Allí la única culpable era ella.

- Entonces elijo irme contigo. Necesitarás un transporte entre mundos -y agregó cuando vio que Rosalie iba a protestar-. Es mi decisión. Respétala como yo respeto la tuya, mujer.

Y juntos emprendieron un viaje hacia la antigua ciudad de Dallenver, donde esperaban encontrar una pista, por mínima que fuera. Aunque nunca podían estar más errados, pues la joven Jane se escondía en un antiguo mundo que Rose conocía a la perfección... un mundo que aunque no pertenecía a la galaxia, pronto sería devastado también por la furia de una mujer, y el rastro de dolor que dejaba un amor no correspondido a su paso.

Y es que... en esto de las guerras... nadie se salva.

- Sí, claro... Yo... No sé en qué estaría pensando. Supongo que nos recordaron tanto a nuestras historias que...

Y así fue como Loki hizo llorar a Rosalie, con aquella sinceridad de un corazón bueno y noble que fue partido en pedazos por sus seres más queridos. La mayor traición de todas.

Rose echó sus brazos al cuello del joven, llenando su rostro de besos y caricias. Lamentándose por la mentira que diría allí... sabiendo que aquello sanaría el corazón de Loki por unos días.

- Me encantaría formar esa familia contigo.

Y así fue también cómo destruyó su propio corazón. Sabiendo que nunca sería una realidad, nunca habría una familia... pero siempre recordaría su único amor verdadero: Loki.

El precio de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora