Capítulo 2

951 79 0
                                    

Llevaba trabajando en aquél maldito artículo más de dos horas y Rosalie aún no sabía por dónde empezar a corregirlo, ni por dónde cogerlo.

Su becario se había superado a sí mismo con aquella redacción. Nunca más volvería a dudar de la ineficacia del muchacho, de su impresentabilidad, de su estupidez humana. ¿Cómo era posible que alguien como él, tan inepto y tan incongruente, consiguiera el título universitario de periodismo? ¿En que maldita mente cabía dejar suelto a un bicho de pocas neuronas? ¡Y encima mandarlo a The Times, diciendo que era el mejor de su promoción! Si Viktor era así de inepto, no quería verse al resto de cerebros vacíos andantes.

A este paso, Rosalie no podría dejar un sucesor del periódico tras la muerte de ella. Tendría que elegir un candidato, entrenarlo y hacerlo perfecto... pero si todas sus opciones se reducían a los actuales ineptos recién cocidos... Preferiría cerrar el periódico más reconocido de Inglaterra. Antes cerrarlo que hundir en la mierda tantos años de esfuerzo y sacrificio.

Salió a correr, vio las noticias en la máquina deshumanizadora, escuchó música, respondió a sus mensajes en el móvil, miró el correo y contestó mensajes... Incluso se atrevió a ver una película de estreno en su ordenador. Pero nada la inspiró para corregir aquél maldito artículo.

Extrañamente, se encontraba en ese tipo de disyuntivas continuamente. Podía ser la poca variedad social o el estrés. Incluso el ambiente. No lo sabía. Pero se temía que su falta de inspiración requería una solución inmediata.

Quizá era preocupación. Llevaba mas de un año sin saber nada de su hermana. A saber dónde había estado metida todos aquellos meses... Puede que incluso le pidiera que le hablara sobre alguna de sus nuevas locuras sobre hombretones rubios u poderosos.

Buscó en su móvil el contacto, acomodándose en el sofá mientras esperaba una respuesta. Su hermana seguía tardando en responder al teléfono, como siempre. Justo antes de sonar el cuarto puñetero pitillo, respondió una voz masculina.

- Er... Aparato de Jane Foster...

Murmuró aquella voz grave. Rosalie pensó que le estaban gastando una broma... Era aquello o creer que su hermana se había cambiado de sexo para estar mas en sintonía con su eschavetada cabeza.

-¿Ahora es el cambio de sexo, Jane? ¿Qué será lo siguiente? ¿Marcianos negros volando por la casa?

-¿Con quién hablo?

Jane no podía ser. Habría reconocido la voz de su hermana mayor... no habría cambiado tanto... ¿O sí?

- ¿Querrás decir quién coño eres tú? -estalló finalmente Rosalie, agarrando el móvil con fuerza y suspirando para descargar la tensión de su cuello -. Porque hasta donde yo sé, tengo una hermana que se llama Jane, cuyo móvil ha respondido un entrometido.

- Señorita, le pido por favor que se controle, usted no sabe quién soy...

- ¡Me importa un pimiento quién seas, niño! ¿Vas a seguir tardando en pasarme a mi hermana o qué?

El muchacho gritó el nombre de Jane, mientras la joven de los Foster respondía entre risas.

- Hay una loca al teléfono que dice ser tu hermana.

Aquello hirió en ego de Rosalie.

- ¡¿Cómo que loca, maldito patán?! ¡Cómo me de por pasarme por América, juro ir en pos de ti y darte una patada en el culo tan fuerte que darás la vuelta a la galaxia, maldito bruto...!

- ¿Rosalie?

Jane contuvo las ganas de reírse por las palabras de su hermana, pocas veces la veía tan enfadada... Aunque de pequeñas solían pelearse continuamente, con disputas mucho más duras que las palabras acabantes de decir. Su hermana se estaba oxidando.

- ¿Con quién coño estás viviendo? ¿Quién narices es ese cabeza hueca? ¡Está buscando pelea!

- Rosalie, tranquila. Sus... costumbres son bastantes distintas a las de aquí.

- ¡Pues que aprenda a comportarse! ¡Este es mi país! ¡Que se acople a nuestras normas!

- ¿Y qué pasaría entonces con la libertad de expresión?

- ¡Al carajo la libertad de expresión!

- ¿Por qué me has llamado? ¿Ha pasado algo? ¿Estás bien?

- ¿Tengo que tener una razón para llamar a mi hermanita? -respondió Rosalie inocentemente.

- Sí, teniendo en cuenta que desde hace un año no hemos vuelto a hablarnos...

- Oh, cariño. He estado muy ocupada, créeme. Entre el trabajo y la panda de ineptos que tengo que cuidar... todo se me hace duro.

- Me cuesta creer que algo te afecte de tu trabajo...

- Te lo aseguro, Jane. No sé cómo lo hacen, pero cada año son peores. Bueno, ¿cómo va todo? ¿Sigues con tus sueños?

- No eran sueños, Ross.

- Lo que tú digas, hermanita. ¿Cómo van esas realidades alternativas?

- ¿Para eso has llamado? ¿Para reírte de mí?

Rosalie notó el enfado creciendo en su hermana, así como la culpa en su conciencia.

- ¡¿Cómo me crees capaz de algo así, Jane?!

- Porque lo estás haciendo justamente ahora... En fin. De todas formas tenía que llamarte.

- ¿Ah sí? - Rosalie finjió un poco de interés. Seguramente, su hermana necestaría dinero para financiar la continuidad de sus estudios atmosféricos. Rosalie empezó a preparar un cheque.

- Voy a casarme y...me gustaría que asistieras a mi boda.

- ¿Qué te parecen 9.000 $? ¿Es suficiente?

- ¿Has escuchado lo que te dije, Ros?

Ros, que había dejado apartado el teléfono hacía unos segundos, no había prestado atención a la pequeña confesión de su hermana pequeña.

- ¿Que necesitabas dinero? -rogó para sus adentros no equivocarse. Un suspiro cansado sonó detrás de la línea del teléfono-. Vale, perdona. No escuché bien. ¿Puedes repetir, por favor?

- Quiero que asistas a mi boda.

Rosalie, que juraba y perjuraba la inquebrantibilidad de su rostro, de su espíritu y de todo lo habido y por haber, sintió que sus pulmones se quedaban sin aire. Vestidos de Vera Vang rosados cruzaban su mente, pajaritos preñados, rubios de bote, rubios oxigenados...

- La boda será en dos semanas. No te había avisado antes porque no creía que vinieras...

¿Acaso dio por hecho Jane que Rosalie olvidó tener una hermana que cuidar? ¿Que olvidó su existencia?

- ¿Es una broma? ¿Quién es el... afortunado?

- Thor. El mismo hombre que tú considerabas fantasía.

Una risa histérica brotó de la garganta de Rosalie. Agradecía que su hermana siguiera loca, de lo contrario no habría creído ni una palabra de lo dicho. Aunque...

- ¿Es el chico que cogió la llamada al principio?

- Sí.

Rosalie lo entendía todo. Nada había sido una fantasía de su hermana... Bueno, puede que sí, pero en todo caso, el hombre que se hacía llamar Thor, aprovechó el momento perfecto para lavarle el cerebro a Jane y chupar del dinero de Rosalie. Pues las llevaría claras, no permitiría que ni un sólo penique cayera en las manos de aquél lagarto.

- ¿Y dónde es la boda? ¿En su mundo o el nuestro?

- En su mundo.

Aquello rompía los esquemas de Rosalie. Aunque seguramente, bien podría decir el mentiroso que el puente de arco iris no saldría ese día por lo nublado que estaba.

- Estaré allí en dos días. Hasta entonces, no le digas a nadie que iré, ni a tu súper machote. Y tampoco te cases hasta entonces. ¡Nada de embarazos!

Sin esperar más, Rosalie terminó la llamada y empezó a corregir el artículo de Viktor. Había encontrado su inspiración: odiar y matar al cabrón aprovechado de Thor.

El precio de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora