¿Que pasaría si dos mundos totalmente distintos se unieran?
Descúbrelo en esta historia que cuenta la vida de Aitana Maximoff después de la perdida de su hermano y se muda a Forks
Los personajes le pertenecen a los autores de estos, solo me perte...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
POV: Aitana
Hoy se cumplen dos meses desde que perdí a mi hermano. Me siento fatal. Pietro era el que lograba hacerme sonreír incluso en los momentos más difíciles. Era la chispa que iluminaba mis días, lo opuesto a Wanda, pero ambos éramos inseparables. Hasta que se fue.
No tengo ningún plan de salir hoy. Pienso quedarme encerrada, comiendo helado mientras veo alguna película estúpida, algo que me haga olvidar por unas horas... Pero, no planeaba hablar con nadie.
¡Brring! ¡Brring! El teléfono vibró sobre la mesita de noche. Era Jasper.
—Bueno. —contesté con voz apagada.
—Hola, Ai. ¿Tienes planes para hoy?
—No, pero la verdad... —intenté excusarme, aunque sabía que con Jasper sería inútil
—Magnífico. Mi familia quiere invitarte a jugar béisbol.
—¿Aaa... béisbol? —dudé, buscando una salida. No podía decirle que no. Jasper siempre insistía hasta el cansancio. —No soy muy buena en deportes, la verdad... —admití, recordando las veces que mis poderes se descontrolaron cuando era niña. Jugar deportes siempre había sido un riesgo.
—No te preocupes, solo serás árbitro.
Suspiré, resignada.
—Está bien, pero te advierto que soy pésima en esto de los deportes.
—No será gran cosa. Te veo en media hora en el lugar de siempre. —y colgó.
Me cambié con calma, sin muchas ganas. Cada movimiento me recordaba lo mucho que odiaría que Jasper notara lo mal que estaba. No quiero explicaciones, no quiero hablar de mi hermano. No con él.
Caminé hacia el punto de encuentro. Mientras caminaba, mi mente vagaba entre los recuerdos de Pietro. ¿Qué estaríamos haciendo si estuviera vivo? Tal vez estaríamos los tres, Wanda, él y yo, viendo esas comedias tontas que tanto le gustan a Wanda. Helado, palomitas, risas. Lo extraño tanto. Sus abrazos, sus bromas, hasta sus tonterías... si tan solo hubiera llegado a tiempo.
Llegué al coche de Jasper, forzando una sonrisa cuando lo saludé. Pero él, siempre atento, no dejó pasar nada.
—¿Tienes algo? —preguntó, con su tono despreocupado pero con esa chispa de preocupación.
—No, ¿por qué?
—Te noto... triste. —Mierda.
—Tuve una pesadilla, eso es todo. —dije, tratando de cerrar el tema. No quería que escarbara más. Él aceptó la respuesta, aunque el silencio que siguió fue tenso.
Al llegar, vi a los Cullen reunidos, con Bella entre ellos. Jasper me ofreció una gorra, que acepté con una sonrisa rápida, intentando aparentar normalidad.