2.3 La trampa

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𝗡𝗮𝗿𝗿𝗮𝗱𝗼𝗿

Bella se encontraba perpleja, con los ojos fijos en la pantalla de la computadora. La respuesta de Alice había sido rápida, pero antes de que pudiera obtener más información, la conexión se cortó. La pantalla mostraba fríamente las palabras: "Escribiendo... Desconectado."

—¿Qué? ¿Cómo que se desconectó? —murmuró Bella, frustrada, sintiendo que el tiempo se escapaba entre sus dedos.

Sin perder más tiempo, comenzó a teclear con rapidez, intentando explicar todo lo que sabía.

Tienen presa a Aitana <

¿Quién? <

El gobierno <

La respuesta quedó en suspenso. La pequeña barra de "Escribiendo" parpadeó unos segundos y luego, con un abrupto final, la notificación cambió a Desconectado.

—¡No! —Bella se mordió el labio con desesperación—. ¿Y ahora qué hago?

Mientras la incertidumbre crecía, al otro lado del mundo, la situación se volvía cada vez más peligrosa para Aitana.


Con Aitana

—¡No pueden dejarme aquí! —protestó Aitana, moviéndose bruscamente contra los grilletes que la mantenían atada. Su corazón latía con fuerza, pero se negaba a perder la calma—. ¡Les juro que no hice nada!

Un guardia, visiblemente harto, la fulminó con la mirada.

—Cállate, niña. Eso ya lo veremos.

Aitana apretó los dientes y luchó por mantener su compostura. Su mente buscaba una salida, cualquier oportunidad de escapar. Pero antes de que pudiera planear algo, la luz en la celda se apagó repentinamente.

—¿Qué demonios...? —murmuró, la incertidumbre dándole paso a un mal presentimiento.

Un resplandor rojo llenó el cuarto, dándole a la escena una atmósfera de alarma. Los guardias empezaron a hablar nerviosos entre ellos, intentando comunicarse por sus radios. No había respuesta.

—¿Qué está pasando? —preguntó Aitana en voz alta, pero su única respuesta fue el silencio incómodo de los guardias.

Entonces, comenzaron los ruidos. Primero fue un sonido metálico, como si alguien estuviera golpeando violentamente las paredes. Luego, el eco de unos pasos pesados acercándose. El aire se volvió denso, casi asfixiante.

—¿Qué es ese ruido? —preguntó, su voz ahora temblando de tensión.

Los guardias intercambiaron miradas de incertidumbre antes de decidir salir lentamente del cuarto. Algo se acercaba. Y ese algo no parecía ser humano.

𝐃𝐨𝐬 𝐌𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora