3.2 Emboscada

2.3K 245 22
                                    


🎵Dog Days Are Over - Florence🎵

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

🎵Dog Days Are Over - Florence🎵

La ira es sólo el guardaespaldas de la tristeza
Liza Palmer


No sabía qué me ocurría. Un momento estaba luchando con los agentes, y al siguiente, todos estaban muertos a mis pies, sus cuerpos inertes esparcidos en el suelo como muñecos de trapo.

—¿Qué has hecho? —preguntó mi hermana con la voz entrecortada, sus ojos buscando respuestas en los míos.

—No lo sé... —respondí, asustada, mientras mi respiración se aceleraba y un nudo helado se formaba en mi pecho.

—Tenemos que salir de aquí —ordenó Wanda con urgencia—. Antes de que alguien nos vea.

El aire se sentía denso, lleno de peligro inminente. Wanda abrió la puerta del auto con manos temblorosas y se deslizó al asiento del conductor. Sabía que yo no estaba en condiciones para conducir; mi cuerpo aún temblaba de miedo y confusión. Sin decir una palabra, comencé a caminar como en un sueño hacia el asiento del copiloto, sintiendo que mis piernas apenas podían sostenerme.

Ya dentro, Wanda arrancó el motor con un ruido ronco que resonó en mis oídos. La verdad era que no tenía idea de lo que había pasado. Era como si alguien hubiera controlado mis movimientos, como si algo oscuro dentro de mí se hubiera desatado sin mi consentimiento.

—Tenemos que salir de este maldito pueblo —balbuceó Wanda, su voz quebrándose—. Tal vez debería llamar a Steve y contarle todo. Él sabrá qué hacer, nos enviará a un lugar seguro...

La mirada de mi hermana iba de la carretera a mí, sus ojos llenos de pánico. Sabía que lo que acababa de suceder la aterrorizaba tanto como a mí.

—¿Seguro? ¿Viste lo que hice, Wanda? —le dije, mi voz apenas un susurro tembloroso. Ella me miró de reojo, sin apartar las manos del volante—. Debes llevarme lejos, a un lugar donde pueda estar aislada, encerrada... donde no pueda lastimar a nadie.

Wanda golpeó el volante con una mano, su rostro endurecido por una mezcla de frustración y dolor.

—¿¡Te estás escuchando!? No voy a hacer eso. No voy a abandonarte, no otra vez.

—¡Wanda, soy peligrosa! ¡Me estoy saliendo de control! —Mis palabras resonaban en el pequeño espacio del auto, cargadas de miedo.

—No, no es así. —Su voz intentaba ser calmada, pero los nervios se filtraban en cada palabra—. No estás perdiendo el control.

—¡Wanda, mira lo que les hice a esas personas! ¡Los maté! —Las lágrimas empezaban a agolparse en mis ojos, mi mente reviviendo las imágenes de los cuerpos en el suelo, los gritos que ahora solo eran ecos.

Wanda frenó de golpe en medio del bosque. El auto derrapó ligeramente sobre la tierra húmeda antes de detenerse por completo. Giró su cuerpo hacia mí y me miró fijamente, como si estuviera a punto de revelar un secreto que había guardado durante demasiado tiempo.

𝐃𝐨𝐬 𝐌𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora