¿Que pasaría si dos mundos totalmente distintos se unieran?
Descúbrelo en esta historia que cuenta la vida de Aitana Maximoff después de la perdida de su hermano y se muda a Forks
Los personajes le pertenecen a los autores de estos, solo me perte...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
POV: Aitana
—¿Aitana? —dijo una voz a mis espaldas.
El sonido me golpeó como un rayo. Me giré, y al ver a la persona que había hablado, sentí como si el suelo se desmoronara bajo mis pies. Nadie me había mirado así antes; una mezcla de confusión, dolor y... ¿decepción? Fue en ese momento que me di cuenta de lo que estaba haciendo.
—Edward, tengo una explicación —dije, mientras bajaba a James, dejándolo inmóvil.
—¿Una explicación? —su voz era fría, distante—. ¿Quién eres en realidad?
Sentí que las palabras se atascaban en mi garganta, pero finalmente hablé, mi acento sokoviano mucho más marcado de lo habitual.
—Mi nombre ya lo sabes —empecé, tratando de mantener la calma—. En eso no te mentí. Soy Aitana Maximoff, hermana de Wanda y Pietro Maximoff. Mis hermanos y yo fuimos sometidos a experimentos... Ellos me hicieron lo que soy ahora. Después de eso, nos encontramos con un grupo de superhéroes que nos ofrecieron su apoyo a cambio de que lucháramos junto a ellos contra un robot homicida. Esa batalla... —hice una pausa, mis palabras temblaron—, esa batalla mató a miles de personas, incluyendo a mi hermano Pietro.
El silencio que siguió fue sofocante. Edward me miraba, su expresión endurecida.
—¿Por qué no nos dijiste nada? —sus palabras eran afiladas como cuchillas.
Respiré hondo, sintiendo el peso de cada decisión que había tomado hasta ese momento.
—Porque los puedo poner en peligro —respondí, con la voz cargada de emoción—. Si Hydra u otra organización se entera de que existe gente como tú... no los cazarán para matarlos, Edward. Los encontrarán y experimentarán con ustedes. Querrán convertirlos en armas para su propio beneficio. El mundo ha cambiado. Lo anormal ya no se liquida, se replica, se multiplica para el bien común de aquellos en el poder.
Edward bajó la mirada, procesando mis palabras. Escuché los pasos de los demás acercándose. Volví mi atención a James, soltando el control que tenía sobre él con mi poder. Miré a Edward una última vez.
—Quiero que guardes este secreto hasta que sea seguro contarles a los demás. No quiero que les pase nada. ¿Entendido?
Él solo asintió, antes de girarse hacia donde James seguía inmóvil. Yo, en cambio, corrí hacia donde Bella estaba tirada en el suelo. Me arrodillé junto a ella, tocando suavemente su cabeza.
—Bella, tienes que despertar —susurré, sacudiéndola con delicadeza, pero no obtuve respuesta. Sin otra opción, acerqué mi mano a su cabeza, dejando que pequeños rayos azules salieran de mis dedos. Sentí un alivio inmenso cuando su cuerpo se estremeció y abrió los ojos—. ¿Estás bien? —le pregunté, viendo la confusión en su rostro. Ella asintió débilmente.