2.8 Visiones

3.8K 420 38
                                    

֍ Demons - Imagine Dragons ֍
֍ Atlantis - Seafret ֍

Desperté con un dolor punzante en la cabeza, como si hubiera estado sumergida en un interminable abismo de pesadillas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desperté con un dolor punzante en la cabeza, como si hubiera estado sumergida en un interminable abismo de pesadillas. Mi cuerpo pesaba, y me tomó unos segundos darme cuenta de que me encontraba en una celda. Tres de las paredes eran blancas, y una cuarta era de cristal con barrotes de metal que formaban un enrejado frío y amenazante. Las luces del techo, de un blanco casi clínico, zumbaban suavemente, haciendo el ambiente aún más opresivo.

Me levanté lentamente de la cama donde me había despertado, aún tambaleante. Sentí el frío suelo bajo mis pies desnudos mientras me acercaba al cristal. Observé con cautela el lugar a través del vidrio, tratando de entender dónde me encontraba y por qué. En ese momento, una voz familiar rompió el silencio.

—Despertaste —la voz resonó como un eco, profundo y tenue. Miré hacia enfrente y vi a Wanda, sentada en una cama dentro de otra celda idéntica a la mía, justo al frente. Su expresión era tensa, sus ojos oscuros reflejaban un tormento interior, pero al mismo tiempo irradiaban alivio al verme despierta—. Sam, ha despertado.

Sam, cuyo semblante reflejaba una mezcla de cansancio y preocupación, se encontraba en una celda al lado mío. Se acercó a los barrotes y me miró de forma examinadora, como un médico a su paciente.

—¿Cómo te sientes? —preguntó con su tono cálido y paternal.

Me llevé una mano a la frente, tratando de aliviar la presión en mi cabeza, pero el dolor permanecía, punzante y constante.

—Como si mi cabeza hubiera explotado —respondí, con una voz que me pareció ajena, seca y débil.

Sam asintió, comprensivo.

—Fue un golpe fuerte —me aseguró—. Estarás bien. Solo necesitas descansar.

Mi mente vagaba entre el dolor y la preocupación por quienes no estaban ahí. Mi corazón se aceleró al pensar en Steve y Bucky.

—¿Steve y Bucky lograron huir? —pregunté, tratando de mantener la calma, aunque la ansiedad crecía en mi pecho.

Sam intercambió una mirada rápida con Wanda, luego sonrió levemente.

—Sí, tranquila —dijo, su tono más ligero—. Steve y tu amorcito están bien.

Lo miré, confundida.

—¿Mi amorcito? —fruncí el ceño, sintiendo que algo se me escapaba.

Sam soltó una risita divertida, ignorando mi confusión.

—No finjas —dijo con una sonrisa traviesa—, vi cómo se miraban.

Lo miré, cruzándome de brazos en un intento de parecer firme, aunque la confusión y el desconcierto todavía llenaban mi mente.

𝐃𝐨𝐬 𝐌𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora