Capítulo 17.

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El día de la feria llegó demasiado pronto para mi gusto, especialmente después de mi discusión con Noah hace una semana

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El día de la feria llegó demasiado pronto para mi gusto, especialmente después de mi discusión con Noah hace una semana. A pesar de eso, los días se fueron como agua entre las manos, la victoria del equipo seguía siendo el tema del que hablar y del cual presumir, especialmente para el director Reiner. A pesar de la euforia que aún persiste después del increíble juego que estuvo lleno de tensión y nerviosismo, Noah no parece disfrutarlo como suele hacer.

No me dirige la palabra desde que por accidente, me escuchó hablar con Maggs y Sasha sobre el puesto de besos, lo cual y para variar, sucedió un día antes de nuestra cena familiar de cumpleaños. Había comentado que esperaba que no me tocara alguien con mal aliento o de esos que no saben que hacer y te succionan medio rostro, habíamos reído tan fuerte por nuestros comentarios que jamás notamos que estaba detrás de nosotras hasta que fue muy tarde. La mirada furiosa que me dio no se compara con ninguna otra que alguna vez me haya dedicado.

Se me pone la piel chinita de recordarlo. Lucía casi desquiciado, sus orbes marrones ardían en llamas y sus manos estaban apretadas en un par de puños que se tornaban blancos de a poco. No estoy segura de que le molestó más, enterarse de aquella forma, que no hubiese querido decírselo o en si, que voy a estar recibiendo besos a diestra y siniestra. La verdad no me interesa cual sea la razón, no justifica su comportamiento infantil, ni mucho menos su actitud pasivo-agresiva hacia mi. Fue incómoda la velada con nuestros padres y hermanos, por poco y me avienta el regalo que compró para mi directo al rostro.

Jamás me había controlado tanto para no golear su estúpido trasero. Aún más cuando ni siquiera se dignó a agradecer o a echarle un mínimo vistazo al regalo que yo le di, así que con toda mi furia lo mandé a la mierda cuando partimos del restaurante y le pedí que se metiera el obsequio por donde no le llega el Sol. Eso, por supuesto, empeoró la disputa entre nosotros, aunque no hemos hablado desde entonces, la furia sigue flotando en el ambiente aunque estemos a metros de distancia.

Sólo me mira a lo lejos, silencioso y muy decepcionado de mi decisión. Porque si, parece que sólo el y su estúpido género es el que tiene derecho a saltar de cama en cama y de chica en chica. ¡Yo sólo voy a besar a unos cuantos y el está haciendo un escándalo de eso! Como si fuera a meterme con ellos a medio stand o como si fuera a llevarlos a casa como el suele hacer. ¿Cual es su maldito problema? No tengo idea, sólo sé que no importa cuánto lo extrañe y cuan horrible me sienta por su desdén, no voy a retractarme ni a ceder ante esto.

Tengo libre albedrío y puedo ser perfectamente capaz de decidir por mi misma. Ni mi padre se volvió loco cuando lo supo, ¡mi propio padre! ¿Entonces porque el cree que tiene derecho sobre mi? ¿Qué tiene derecho a indignarse por algo tan simple como un beso? El los da de a gratis a diario, enfrente de mi o a mis espaldas, ¿porque si yo decido hacer lo mismo para ayudar a la recolección de fondos para el baile, prácticamente cometo un delito o una traición? ¿Qué tan misógino tendría que ser para que se moleste de esa forma?

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