Capítulo 6. Maratón 1/5

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El auto Lee se detiene frente mi querida casa, una que deje hace un año y que sigue tan linda como siempre

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El auto Lee se detiene frente mi querida casa, una que deje hace un año y que sigue tan linda como siempre. Con ese aspecto rústico y clásico que tanto le gustaba a mi madre, en cuanto la vio la eligió como su futuro hogar, ni siquiera tuvo que entrar, algo dentro suyo le dijo que ahí era el lugar indicado para comenzar su familia. Y seguiría siendo su hogar para siempre, aún si se mudara a otro estado y aún después de la pérdida de su madre.

—Gracias por todo, Noah—murmura Elle, inclinándose ligeramente entre los asientos delanteros. Sus ojos azules se mantienen fijos en el castaño por algunos segundos, el asiente desinteresado hacia ella antes de volver a mirarme con una sonrisa de labios cerrados.

Llámenme loca, pero algo sucede aquí.

Mi hermana inspira hondo y baja de un salto del vehículo para entrar en la casa. Suelto un corto suspiro y abro la puerta del auto para bajar mi equipaje primero.

—Gracias, babe. Te veré mañana—le doy una sonrisa agradecida y entonces bajo del vehículo. Agito la mano antes de entrar, Noah me imita con una sonrisa ladina.

Cierro la puerta detrás de mi, saludo a Brad y a papá una vez que entro y los encuentro mirando televisión de lo más concentrados, por lo que asumo que están viendo alguna película de Pixar. Subo directo a mi habitación con lo que resta de mi equipaje para comenzar a acomodar todas mis cosas, lo cual siendo sincera, me emociona. Es muy divertido para mi limpiar y organizar mi habitación, se que seguirá intacta, tal y como la dejé, pero aún así habrá trabajo que hacer y en verdad me alegra.

Enciendo mi estéreo para amenizar mi actividad por lo que el tiempo pasa rápidamente y sin que sea consciente de ello. Cuando la noche ha caído, el viento frío se cuela por mi ventana, mi padre me llama desde la planta baja invitándome a cenar. Aquello hace a mi estómago gruñir como si no hubiera comido desde hace días, lo cual no es el caso. Al entrar a la cocina veo que han preparado malteadas de chocolate, las favoritas de la familia, aunque yo prefiero las de vainilla.

Mientras tomamos las bebidas jugamos monopoly como en los viejos tiempos, es tradición hacerlo después de que no compartimos mucho tiempo. Después me piden que les cuente absolutamente todo de Italia, hasta el más mínimo detalle, pero claro que omito varios de ellos, especialmente de mis tatuajes. Les muestro algunas fotos que no pudieron ver por la mañana, Brad señala en cada una lo bonita que me veía y papá no deja de repetir cuanto me había extrañado.

Cuando el reloj marca pasada media noche, nos despedimos y todos subimos a nuestras respectivas habitaciones. Conecto mi celular a la corriente y me pongo la pijama que consiste en un camisón rojo de algodón suave, de tirantes delgados y que llega hasta la mitad de mis muslos. Apago la luz y me recuesto en la cama metiéndome en las cobijas, vuelvo a tomar mi celular y entonces comienzo a responder los mensajes de Chiara, Carlo y Noah, también los de Sasha y Maggie.

Esas dos chicas han sido mis mejores amigas desde el primer día de escuela, con el equivalente de Noah en versión femenina y sin una reputación de libertinaje. Son las únicas mujeres en las que confío además de Elle y Molly. Me han acompañado siempre, me han aconsejado, cuidado y consolado desde que describí mi enamoramiento por Noah y que no me ha conseguido muchas alegrías.

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