CAPÍTULO TRECE

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𝐔𝐍 𝐌𝐔𝐑𝐎 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐋𝐀𝐒 𝐃𝐎𝐒

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Procura construir puentes,
no muros.

P O C H É

— ¿Hubo algo mal con Nathan?.— me pregunta Paula masticando lentamente du filete de pescado.

Nathan es el chico que me presentó el día en que me rebelé con Calle. Ése día estuve tan molesta que llamé a mi amiga para salir. Mi intención era divertirme y tener una noche sexual con un desconocido; pero cuando estaba a punto de hacerlo, mi cuerpo no cedió. Nada en mi quería hacerlo incluso cuando la furia me invadía. Y no era para menos; nunca en mi vida había hecho algo como eso.

— No ¿por qué?.— trato de sonar lo más inocente posible ante su pregunta. Ella ahora me mira con examinación absoluta.

— Dijo que todo terminó antes de empezar.

Suspiro con pesadez. Hoy en día los hombres no eran lo que anteriormente se suponía que eran. Antes se les describía como callados y reservados en sus vidas íntimas; pero actualmente no eran capaces ni de callarse sus pensamientos.

— Solo me arrepentí.

Ella asiente y no parece enojada como pensé que estaría.

— Bueno; al menos lo intentaste — dice tomando su vaso de limonada sobre la mesa —, eso es un avance.

Si tan solo supiera lo avanzada que está mi monótona vida en este momento le daría un paro cardíaco, de eso estoy más que segura.

Ella bebe un sorbo de su refresco. Su teléfono suena interrumpiendo lo que estoy a punto de decir y la sonrisa en sus labios me hace entender que aún sigue con su último ligue. De no ser así, ya me habría invitado a algún lugar para "pasarla bien". Después de escribir algo en su teléfono se despide de mí diciendo que debía irse urgentemente. Para ser alguien que se queja sobre lo poco que nos vemos en los días de semana; ella es buena para echarme al segundo plano tan pronto como pilla algo por ahí.

Termino almorzando sola. De vuelta a la empresa le escribo un mensaje a Valentina y no espero respuesta. Me siento en mi silla para ponerme al día con los asuntos que tengo pendiente cuando de mi libreta de notas sale volando una hoja. La recojo del suelo y echo un vistazo. Es la hoja donde había anotado todo lo que descartarba del contrato. Sonrío para mí misma y miro en dirección a la puerta de mi jefa; quien se encuentra trabajando. Los redondos lentes que usa la quedan muy bien y me quedo mirándola por un momento.

La noche de ayer al llevarme a casa en su auto, me ha dicho que me tome el día de hoy libre; pero no lo he hecho y ella no se ha opuesto; ni siquiera se ha tomado el tiempo de advertirme sobre lo que implicaba una desobediencia; supongo que yo estaba demasiado mal y sentía lástima por mí como para volver a castigarme. Ésa escena llega a mi mente. Por un momento sentí que iba a matarme de dolor con cada uno de sus golpes. Mis silenciosas súplicas. Mis gritos intentos no habían sido suficientes para que ella se detuviera. Tal vez después de vivir aquello en carne propia habría sido un buen momento para alejarme de ella. Un buen momento para salir de su mundo; pero ninguno de mis pensamientos me recordaron sobre esa posibilidad. Lo único que pude pensar era que yo le importaba. Se había preocupado por mí. Y también sentí curiosidad por entrar en su mundo y descubrir un poco más. Solo un poco.

Cuando levanta la mirada y se encuentra con la mía, bajo rápidamente la mirada hacia la lista. La cuál devuelvo en el interior de la libreta. El sonido del teléfono de mi escritorio irrumpe a lo largo del corredor. Descuelgo el auricular y lo llevo al oído.

REGLAS DEL JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora