CAPÍTULO VEINTIUNO

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𝐀𝐏𝐀𝐑𝐄𝐍𝐓𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐅𝐄𝐋𝐈𝐙

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El día en el que te conocí fue el día en el que me perdí a mí misma. El día en el que me dejaste fue el día en el que me encontré.

— Ama H.



P O C H É

Todo lo que puedo imaginar en este momento es a Calle besándome, follándome, y, mintiéndome.

«Nunca te he mentido, Poché».— mi mente se encarga de reproducir nuevamente ésa frase.

Sin embargo, sus palabras no eran capaces de justificar sus actos. Tan rápido como me echó de su cuarto se fue del país olvidando su promesa. Dijo que solo seríamos ella y yo mientras el contrato siguiera vigente y como si fuera poco, estaba con una mujer justo al lado y no perdió ningún segundo en follarla después de hacerlo conmigo. Me ha mentido en todo el sentido de la palabra. Una mentira más entre tantas. Y, aun así ha tratado de retenerme a su lado, y de paso hacer lo mismo con sus otras amantes. Me siento enojada, herida. Me ha mentido y yo estoy haciendo lo mismo. Pero ¿por qué no soy capaz de sentirme feliz por hacer lo mismo que ha hecho ella conmigo? ¿por qué soy yo quien se siente sucia?

Julian sigue embistiéndome con fuertes sacudidas y por muy impresionante que mi amigo de infancia resulta ser en la cama, no supera a Calle. En nada superaba a Calle. El recuerdo de ésa mujer está preso en mi mente mientras otro me está follando.

«¿Querías saber qué se siente estando enamorada de alguien y follando con otro?»

La voz en mi cabeza empezaba a atormentarme. Yo no estaba enamorada de Calle; lo nuestro era solo un acuerdo; un acuerdo que ella había roto primero. No fue honesta conmigo y eso me ha lanzado a los brazos de otra persona que sí me desea y me ama. ¿Qué tiene de malo?

«Lo que tiene de malo es que eres tan mala mintiendo como fingiendo que ése hombre te da placer. Estás enamorada de Calle, así que deja la tontería a un lado»

Cierro los ojos con fuerzas. Quería callar ésa voz en mi cabeza; evitar que aparezca nuevamente escupiendo verdades que claramente ya sé pero me niego a aceptar. Verdades que solo me lastiman y me recuerdan lo tonta que he sido todo este tiempo esperando algo que jamás debí esperar.

Las lágrimas bajan por mis mejillas. El dolor en mi pecho es profundo, como si me hubieran clavado un cuchillo en el corazón. ¿Cómo podía relajarme tener sexo con otra persona que no fuera Calle? ¿cómo pensé siquiera que haciéndolo me sentiría feliz? En este momento solo me siento peor, mucho peor; y ya no había vuelta atrás.

— ¡Para!.— digo de pronto.

Julián me mira con ojos sumamente abiertos deteniendo sus embestidas frenéticas. Está completamente desconcertado ante mi repentina reacción. Aún puedo sentir su polla dentro de mí.

— ¿Estás bien?

No iba a decirle lo que me pasaba, ni siquiera quería verle ahora que he recobrado la cordura. Solo quería que se detuviera, así que le empujo por el pecho y su polla embutida en un condón sale bruscamente de mi orificio. Me levanto de la cama completamente desnuda y empiezo a buscar mis cosas. Me pongo los pantalones y la camiseta. A continuación me pongo los zapatos.

— Me voy a casa. Por favor...lleva a Valentina más tarde — digo sin siquiera mirarle.

Él demora en responder. Aún parece estar fuera de sí.

REGLAS DEL JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora