CAPÍTULO TRES

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𝐋𝐀 𝐂𝐎𝐍𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎́𝐍

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El sexo nos descubre. El sexo nos
revela cómo somos. Por eso es tan estremecedor. Nos despoja de toda apariencia.

- Don DeLillo

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P O C H É

- Quiero mostrarte que el concepto que tienes sobre el sadomasoquismo es erróneo. Quiero que descubras lo que es el dolor y el placer.- vuelve hacer descansar su columna en el respaldo de la silla giratoria -. Honestamente, ayer en la noche tuve muchas fantasías contigo. Me imaginé tu hermoso trasero siendo golpeado mientas tienes las manos atadas...me he imaginado tus gemidos...tu llanto pidiéndome que me detenga mientras te castigo.

Petrificada. Esa es la palabra que mejor me define en este momento, siento mi corazón palpitar en cualquier otra parte de mi cuerpo menos en mi pecho, los latidos obstaculizan mi respiración a tal modo de paralizar mi delicado músculo. Mi cabeza esta a punto de estallar. Las palabras de mi nueva jefa se repiten como un eco sinfín en mi cabeza. Ella quiere mostrarme su mundo. Quiere tenerme a su disposición. Quiere que me someta a ella y a sus retorcidos pensamientos.

"Está completamente loca"

- No...no quiero hacerlo, aunque eso suponga perder mi trabajo.

Me levanto de la silla. ¿Quién se ha creído que soy? No estoy muy segura de la clase de mujeres con las que ella está acostumbrada a tratar, pero yo no estoy dispuesta a permitir que alguien me golpee. Había visto un par de películas sobre el sadomasoquismo y lo terrible que es eso ¿cómo puede siquiera pensar en pedirme algo tan descabellado?

Abandono la oficina y me dirijo a uno de los cuartos de baño; camino hasta el lavamos y con las manos presas en los bordes, respiro hondo mientras siento la ira recorrer mi cuerpo. ¿Pedirme que me deje golpear por un maldito puesto de trabajo? Jamás haría algo como eso.

- Idiota.- digo abriendo el grifo. Con las manos unidas lleno mis palmas de agua y me lavo la cara -. ¿Quién coño se ha creído que soy?

Después de echarle un último vistazo a mi reflejo en el espejo que estaba preso en la pared sobre el lavamanos, salgo del baño y voy a subir en mi auto. Antes de arrancar, se me ocurre escribirle un mensaje a mi hermana:

¿Estás ocupada?
¿Vamos a por un helado?
- Poché.

Miro el celular por unos segundos pero no recibo respuesta, suspiro tirando el teléfono en el asiento del copiloto junto con la bolsa, arranco y pongo el auto en marcha. Llego a casa en cuestión de minutos y justo bajando del coche recibo un mensaje de Valentina:

No puedo, estoy en la casa
del campo de la señora Guiselle.
- Vale 👩.

Ahora que lo recuerdo me hablaron algo de ese viaje y obviamente le di el permiso; debí haber estado muy ocupada a lo largo de la semana como para no recordarlo.

De acuerdo linda,
Pasala bien.
- Poché.

Ella no me responde. Camino hacia la puerta, la abro y entro en la casa, la cual me estaba pareciendo enorme sin valentina merodeando por todos partes usando su móvil. Subo al cuarto para deshacerme de los tacones y ponerme unas chancletas. No me esfuerzo por librame de las ropas, estaba hambrienta, así que voy a preparar algo de comer y otra vez me siento en la cocina a observar todo. Nada que no haya visto, sin embargo se sentía como si estuviera viendo los defectos de mi casa por primera vez. Había que reparar una silla y la puerta de una estantería.

REGLAS DEL JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora