𝐔𝐍𝐀 𝐌𝐔𝐉𝐄𝐑 𝐃𝐈𝐒𝐓𝐈𝐍𝐓𝐀
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Ambos se dañan a sí mismos: el que promete demasiado y el que espera demasiado.
— Gotthold Ephraim Lessing
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P O C H ÉDespués de ducharme en el lujoso cuarto de baño y sentir el agradable chorro de agua; me visto y salgo del apartamento. No pensaba en despedirme de Calle, aunque, estaba segura de que eso tampoco le importaba mucho, sin embargo me sentía preocupada. Lo que había pasado no era nada normal, bueno, si es que había algo normal en mi vida desde el momento en que acepté el contrato.
— Señorita Garzón.— el chofer de Calle ya estaba esperándome en la entrada y con la puerta trasera del auto abierta —, la señora Calle ordenó que le llevara a su casa.
Tengo intenciones de caminar. Estoy muy molesta.
— No es necesario, se lo agradezco.— le digo. Abre la boca para decir algo, pero no le dejo hablar y doy media vuelta para seguir mi camino.
Estaba consciente de que el pobre hombre no era el culpable, él solo obedecía órdenes, pero realmente no podía hacer la voluntad de Calle en este momento. Después de lo ocurrido ni siquera se preocupó si estaba bien o no, si me había lastimado o no. Y ni siquera apareció para despedirse cuando fue ella quien me llevó a su casa. No podía simplemente hacer su voluntad.
Valentina ya se encuentra desayunando en la pequeña mesa de la cocina con su uniforme puesto, me ofrezco a llevarla a clases pero se niega. Toma su mochila y se marcha.
La relación entre mi hermana menor y yo no era la mejor del mundo, ni siquera tenía palabras para definirla, prácticamente ella huía de mí. Evitaba a toda costa que estuviera a su lado y la razón, pues, según ella, soy una persona ausente que no piensa en nadie más que ella misma. Mi vida se resumía en el trabajo y en mis jefes, nunca en ella y por ésa razón se mantenía constantemente ocupada con su amiga o alejándose de mí. No quería forzarla a permanecer a mi lado cuando ella no quería.
Voy a la habitación para cambiarme y así enfrentar a mi jefa; sin embargo la oficina estaba vacía, ella no se había presentado. Me quedo en mi escritorio pensando en las infinitas conclusines que podía sacar de lo sucedido en su casa. ¿Algún trauna de infancia? ¿Lo había hacho tan mal? ¿No le gusta que se la mamen? Realmente no estaba segura de cuál de estas opciones podría ser. Dejo caer la cabeza en el escritorio. No tengo nada que hacer y por un momento extrañé al señor Benett. Difícilmente me encontraba así en un día de semana. No comprendo por qué ella no me dijo que no vendría a trabajar, me habría ahorrado las molestias de venir a peder el tiempo en el trabajo.
A la hora del almuerzo me reúno con Paula. Hablamos de cualquer cosa, en espacial su aventurera vida diaria. No logro entender cómo ocurren cosas emocionantes en su vida cada día. Es como rodar una nueva película cada día. Yo no tengo mucho que decir, por más que quería contarla lo de mi jefa y yo, obviamente no la parte en dónde de pronto reaccionó como una bestia furiosa, sino la parte en que estábamos teniendo algo. Solo sexo.
Sé que ella me felicitaría al respecto y diría que está orgullosa de mí — solo a ella se le ocurre sentir orgullo en algo como eso — pero no me atrevo hablar. Había firmado la confidencialidad también. De hecho, no estoy segura de ser capaz de hablar al respecto aunque tuviera la oportunidad y me muriera de ganas.
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REGLAS DEL JUEGO
FanfictionUna secretaria normal y corriente inicia un romance atrevido con una controladora mujer de negocios cuyos gustos sexuales se encuentran entre el dolor y el placer. Daniela Calle siente la necesidad de convertirla en su nueva sumisa. Quiere poseerla...