CAPÍTULO SIETE

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𝐔𝐍𝐀 𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄 𝐋𝐀𝐑𝐆𝐀

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Aunque tus labios tuvieran
veneno, regresaría una y otra
vez a morir en tu boca.

P O C H É

Estoy nerviosa. Es mi primera cena de negocios con Calle como su secretaria. Ya estaba acostumbrada al señor Bennet, sabía cómo hacerlo y dejarlo tanto a él como al cliente satisfecho, pero Daniela Calle es un caso a parte. Es difícil saber lo que piensa, lo que puede complacerla o convencerla. Es el misterio hecho un ser humano.

Ya me he probado al rededor de cinco vestidos y dos trajes y ninguno resulta lo suficientemente bueno para la ocasión. Dejo salir un suspiro de resignación mirando el montón de ropas sobre mi cama mientras posiciono las manos en mi cintura. Mis ojos se quedan presos en un vestido rosado crema que había comprado en mi última salida con Paula. Alargo el brazo hacia la cama y tiro de él. Lo presiono contra el pecho mientras me miro al espejo y asiento. Definitivamente era mejor opción. Tras echarle un vistazo más a la hora, recuerdo que si no me apuro, llegaré tarde, así que corro hacia el cuarto de baño.

Después de aproximadamente una hora y media, ya estoy subiendo en las escaleras de caracol que dan al piso superior en el lujo restaurante italiano que había elegido Calle. Yo solo me encargué de hacer las reservaciones esta mañana. Estoy hecha un manojo de nervios; y con el corazón latiendo a mil por segundo en mi pecho. Mi jefa está sentada en una mesa junto a la enorme pared de cristal, con las piernas cruzadas y degustando un buen vino.

— Buenas noches.— digo y ella me mira de pies a cabeza.

— Buenas noches.— responde sin apartar la mirada de mí y puedo notar un atisbo de sorpresa en su profunda mirada marrón —. Toma asiento...

Me acomodo en la silla que me muestra al lado de ella. Calle le pide a la empleada que me traiga algo de beber tras mi negación al vino, no soy muy buena tomándolo. Y aunque quisiera acompañarla en eso, no es el momento.

Nuestro objetivo no demora en aparecer. Tras un saludo y acomodarnos nuevamente en nuestros respectivos asientos, empiezo a exponer el proyecto en el que Calle había trabajado mientras siento su mirada clavada en mí. Estoy realmente nerviosa con su mirada; y agradecería que la apartara así fuera por un segundo. Después de mi discurso, el señor Farell le dice a Calle que concertarían una reunión para concluir la decisión final del acuerdo tras felicitarme. A continuación, la mesa se libra de hojas y carpetas para dar paso la variedad de platillos que reservé, los cuáles los camareros estaban sirviendo con cautela. Calle pide otra botella de vino.

— Así que se quedará en la empresa. — comenta Farell curioso.

— Así es...me quedaré aquí.

Tomo un pedazo de mi comida y me lo llevo a la boca mientras los veo en silencio. Me siento un poco incómoda, pero los nervios superan mi incomodidad, y no tiene que ver al hecho de que el señor Farell me mire como si quisiera comerme, estaba acostumbrada a lidiar con ellos; y sabía mantener la distancia. Mi nerviosismo tiene nombre y apellido: Daniela Calle. Brindamos un momento y seguimos comiendo... Todo parece marchar normal, hasta que siento la mano de Calle en mi regazo. Mis ojos miran rápidamente a nuestro invitado cuando me sobresalto, él no parece haber notado nada en absoluto; lo cual agradezco mentalmente. Trago saliva con fuerzas mientras miro a Calle por el rabillo del ojo, ella tiene una expresión burlona en el rostro. Parece divertirse ante mi actitud.

REGLAS DEL JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora