CAPÍTULO DOS

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𝐍𝐔𝐄𝐕𝐀 𝐉𝐄𝐅𝐀

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Está bien si te quedas sin aliento, nadie te culpará. Está bien cometer errores a veces

Breathe - Lee Hi


P O C H É

El sonido de mi celular inundando mi habitación hace que me mueva en la cama a regañadientes. ¿Quién sería? Antes de dignarme a abrir los ojos y familiarizarme con la realidad, repaso las posibles personas que podrían ser sin muchas ganas. Estoy segura de que no es Paula, ella debe haber estado muy ocupada como para llamarme esta mañana, de hecho, estoy sumamente segura que sigue ocupada. ¿Valentina? Eso es realmente casi imposible. Ella nunca me llama, de hecho, cuando tiene problemas me llama su amiga o algún profesor del instituto. ¿Mi jefe? Está de viaje con su familia, yo misma le dejé los pasajes sobre el escritorio para el vuelo de la noche.

No conozco a mucha gente como para seguir pensando en quién podría ser; sin embargo, el sonido persiste. A tientas, saco la mano bajo el cobertor y busco el teléfono sobre la mesilla; mis dedos tropiezan con cualquier cosa hasta dar con mi objetivo. Abro uno de mis ojos para ver de quién se trata; pues es de un número desconocido. Suspiro y atiendo a la llamada:

— ¿Diga?

— ¿Por qué no ha llegado a trabajar, señorita Garzón?. — una voz femenina malhumorada me habla al otro lado de la línea, lo que hace que aparte el celular del oído para volver a mirar la pantalla.

¿De qué está hablando? ¿quién rayos es? Vuelvo el aparato al oído.

— Los fines de semana son mis días libres.

— Como no mueva su trasero hasta la empresa en una hora puede considerarse despedida.

Y sin decir más, ni dejarme preguntar quién era, cuelga la llamada dejándome con la palabra en la boca. Su voz se me hace vagamente familiar y honestamente, no estaoy muy interesada en usar mi mente para recordar dónde la había escuchado antes; si es que no me fallaba la mente.

Me levanto de la cama maldiciendo, me meto al cuarto de baño a darme posiblemente la ducha más rápida del mundo. Me visto con lo primero que alcanzo en mi armario y finalmente voy a subir en mi camioneta. Estoy de mal humor, tanto que ni saludo Stive, uno de los porteros de la empresa con un sentido del humor capaz de detener guerras y conseguir la paz mundial. A pesar de lo sofocante y estresante que puede llegar a ser sus tareas en las diversas zonas de la gran empresa, Stive siempre está sonriente y contagiando su felicidad al resto del mundo.

Cuando el ascensor se abre en la planta numero cincuenta y cuatro avanzo hacia mi puesto de trabajo, cuelgo mi bolso en el respaldo del asiento y camino hacia la puerta de la oficina del señor Bennet. Golpeo ligeramente mis nudillos en la puerta de cristal, aunque ganas no me faltan para golpear fuerte.

— Adelante.— dice la voz femenina al otro lado. ¿Quién es y qué hace en la oficina del señor Bennet? ¿quién le ha dejado pasar?

Abro la puerta y asomo la cabeza. Una mujer estaba ocupando el trono de mi jefe. Se ve muy cómoda, como si ése fuera su lugar; y como si fuera poco está tocando los documentos que me había llevado tiempo ordenar para el señor Bennet. ¿Quién diablos se cree?

REGLAS DEL JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora