제 39 장

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JiMin miraba con una mueca la cicatriz en su abdomen, la piel más rosada, lo bueno es que estaba completamente cerrada incluso en el interior, su lobo se había encargado, aunque no quisiera. La cicatriz era lo único que le quedaría de su trágica experiencia.  Se miraba en el espejo del baño y pudo ver su rostro casi completamente normal, ya casi habían desaparecido todos los moretones, su ojo estaba en su tamaño normal y el corte que tenía en su nariz y ceja solo eran pequeñas cicatrices que casi no se notaban. Y de esas estaba seguro de que pronto ya no quedaría rastro de ellas.

Pero al mirar sus ojos supo con más certeza que todo había cambiado.

Se vistió con su mejor traje y salió a la sala para tomar un merecido café. Era hora de volver al trabajo y estaba tan agradecido de por fin poder salir del departamento por si solo, a pesar de que el alfa había querido ponerle un guardaespaldas 24 horas, pudo ganar esa discusión. Teniendo a alguien siguiéndolo solo cuando estuviera en la calle.

Habían pasado tres semanas desde que le habían dado el alta, un mes desde el ataque. Algo que se estaba investigando por la policía. Gracias al apellido que portaba y ser hijo de quien era, el caso era presionado desde altos mandos, por lo que muy pronto él podría jugar y mover sus cartas, solo debía esperar el momento perfecto. Por el momento, dejaría que Anzu disfrutara de su victoria, que se regocijara con lo que habían dicho los medios, que había sido brutalmente atacado. 

Ya vendría su momento de hacerla llorar el triple de lo que ellos lo habían hecho. Pero ahora se iba a reconectar con su trabajo y amistades. 

Salió luego de tomarse el café, con unas llaves de un coche que no era el suyo y es que debía darle una sorpresa a alguien. 


A pesar de haber reporteros en la empresa que aun buscaban su declaración, los ignoró y entró directo al estacionamiento. Subió hasta el piso de su novio para saludar al hombre que también se había reincorporado ese día, solo que había salido más temprano que él. 

- Hola, cariño  -entró con una pequeña sonrisa, haciendo que su pareja se levantara de un salto para recibirlo con un profundo pero corto beso-.

- ¿Cómo estuvo el viaje? 

- Muy bien... ni siquiera noté a los guardaespaldas, gracias por eso, no quería sentirme ahogado.

El alfa lo atrajo a su cuerpo con sus brazos en la pequeña cintura. 

- ¿Te he dicho lo guapo que te ves con traje?  -murmuró el alfa, recibiendo una juguetona negación del más bajo-.  Pues te ves guapo y perfecto...

- Tu te ves sexy  -alagó el menor, atrayendo el rostro del alfa para un beso más profundo-.  Tengo que bajar, debo trabajar...

- Mhm... Me dices como te fue con tu sorpresa.

- Claro.  

El omega salió de la habitación, saludando cordialmente a cada persona que le daba una reverencia y deseaban salud. Cuando en el ascensor la quinta persona le decía que era un milagro que estuviera bien, agradeció al cielo que la perdida de su pequeño no se filtrara, porque si había algo que odiaba era que la gente sintiera pena de él. 

Cuando llegó al piso del área legal, se sorprendió al ver a los demás abogados que antes no lo soportaban y no respetaban por él ser tan joven y estar a cargo de un gran puesto, saludarlo con sonrisas autenticas y buenos deseos para su salud. Respondió como correspondía y con un mini discurso motivador les deseó buenos días a todos antes de entrar a la pequeña oficina de cierto alfa. El cual tenía a un pálido omega pelinegro a horcajadas sobre sus piernas mientras se besaban con ganas.

|𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐨| 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐌𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora