제 50 장

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6 Meses Después.

JungKook bufó al cerrar la última caja con cinta de embalaje, agradeciendo internamente que ya hubiera terminado, pero sonrió apenas vió como llegaba Jimin con un marcador y clasificaba la misma caja, había sido una larga semana clasificando, donando y botando lo que correspondía, pero por fin estaba hecho.

Hace seis meses le había propuesto a JiMin comprar una casa con un enorme jardín, un lugar dónde comenzar de nuevo dejando el sufrimiento atrás, el hogar que habían soñado llenar de cachorros. Habían decidido aplazar sus planes iniciales por lo que en vez de mudarse directamente a Busan, compraron una linda casa de dos pisos con un muy bello y amplio jardín y una piscina en el igualmente amplio patio. Como aun quedaban meses para que el contrato de Jimin con la empresa terminara, no podía ser una casa alejada de la ciudad, por lo que terminaron viviendo muy cerca del centro pero a la vez no en medio del caos. Y la casa era perfecta.

Jimin amaba su nueva casa, varios árboles eran los encargados de aislarlos un poco más del mundo al crear un pequeño muro de vegetación. con una oficina amplia, la cual organizaron con dos secciones, una para él y otra para el alfa. Una gran habitación para ellos y 2 de invitados. Cocina y espacios comunes amplios y cómodos. La casa perfecta para ellos.

Pero no todo era perfecto, el omega estaba frustrado, molesto y triste, a pesar de que estaban por comenzar oficialmente una nueva etapa, el constante pensamiento de "que hubiera pasado si..." se cruzaba a diario por su mente, hacía meses que no tenía un celo, desde la única vez que compartió uno con Jungkook, y ya había aceptado que no podría tener un hijo propio, agradecía también que su lobo no haya muerto pero era casi como si lo estuviera, sin celo y sin mayores intervenciones de este en su día a día. Ya no gozaba de esa conexión que antes disfrutaba, sólo estaba más presente durante los días de celo de Jungkook, y esto para poder seguirle el ritmo al alfa. Era... doloroso.

El humano lo comprendía y lloraba por su perdida, y entendía que un hecho tan traumatico impactara aún más en su lado primitivo y animal que protegió a su cría desde el principio al no externalizar el aroma a bebé.

Pero, en contra de todo pronostico, el silencio dentro del omega terminaría. Todo gracias a cierto alfa que conocería.

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2 años después.

Jimin reconocía que no era de las personas que daba dinero a las personas que lo pedían en las calles, quizas estaba mal, pero no era de los que daban dinero en la calle a indigentes, ni mucho menos borrachos. No creía que fuera una manera real de ayudarlos.

Pero, ese día viernes que salió al medio día del trabajo para ir de compras, decidió caminar hasta el supermercado ya que era placentero caminar sin ningun guardaespaldas siguiendolo, todo había terminado y disfrutaba recorrer la ciudad libremente, eso hasta que un pequeño niño, de no más de 7 años se le cruzó, con sus mejillas sucias con rastros más que claros de lágrimas derramadas con anterioridad. Sus manos y vestimentas igual o más sucias que su rostro, lo miraba con ojos de suplica mientras estiraba sus pequeñas manos, pidiendo algo de valor. Dinero o comida.

Y fue en ese preciso momento que su omega, el que había estado mayoritariamente ausente, se agitó. Jimin sintió como su interior retumbaba y su omega salía para ver al pequeño que de ojos miel y cabello negro. Ojos tristes.

No sabía que hacer, y aunque no era lo usual, le dió al pequeño lo poco de efectivo que tenía. Sintió como la garganta se le cerraba cuando lo el pequeño realizó una pequeña reverencia y corrió con los billetes en sus manos, haciendo que lo perdiera de vista.

Estuvo distraído el resto del día, su lobo dormido e ignorando su entorno como casi siempre lo hacía, pero él no se lamentaba por su lobo, se lamentaba el no haber seguido al pequeño, quizas su madre estaba enferma o necesitaba ayuda de alguna manera, y él, sólo le había dado unos billetes.

|𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐨| 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐌𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora