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Harry tiene que salir antes de las siete, y Louis mira la puerta del baño durante mucho tiempo después de que se cierre.

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Aunque Louis siempre prefirió el melancólico y existencialista Hamlet, a eso de las cinco y media, cuando el azul oscuro se convierte en una especie de luz gris de la mañana, empieza a simpatizar con la insistencia inquebrantable de Julieta.

—Debería ducharme —Harry dice a las seis, a pesar de que no hace ningún movimiento para levantarse de donde está, ocupando la mayor parte de la cama, su largo cuerpo tendido en diagonal, con los pies colgando fuera del final, la cabeza en el pecho de Louis.

Las manos de Louis han peinado su camino a través del 0cabello sudoroso de Harry, creando y desenredando los nudos, aún. —Deberías.

—Querré verme fuerte para los demás chicos en la base —con dedos ligeros, Harry traza patrones que nunca se repiten a lo largo del pecho de Louis, que conecta el rastro de mordeduras y chupetes que ha dejado, su toque demasiado cuidadoso y delicado para alguien con esas malditamente enorme manos.

—Mmm —Louis está de acuerdo—. Eso es realmente todo lo que hay en el ejército, ¿no es así? Montones de hombres calientes y sexualmente frustrados en uniforme. Recuérdame inscribirme para la próxima guerra.

—Generoso —comenta Harry secamente.

—Tú me conoces —Louis le da al cabello de Harry un tirón cariñoso.

—Lo hago —dice Harry en voz baja, y no es cierto en lo absoluto porque Harry apenas salió a su encuentro.

Harry se queda allí por otros treinta segundos, y Louis tiene el impulso extraño de pegar su mano derecha donde se ha enredado en los rizos sudorosos de Harry, para que no puedan ser separados hasta que un adulto pueda despegarlos con algún disolvente, pero Louis no sabe realmente dónde encontrar pegamento en Blackpool a esta hora y los únicos adultos en la habitación, curiosamente, son él y Harry.

Harry deja caer un solo beso en el esternón de Louis y se desliza fuera de la cama con más gracia de la que se debe esperar de alguien que es tan ridículamente proporcionado.

—¿Vienes? —pregunta a Louis ligeramente.

Louis quiere ir y eso le asusta.

—Yo, um —dice—, en realidad, yo debería probablemente tomar el tren a casa temprano. Todos ellos se estarán preguntando dónde fui anoche.

Harry sonríe como si entendiera. —Está bien.

La garganta de Louis se seca, de repente. Aclarando, él le pregunta: —¿Cuánto tiempo vas a estar en Israel?

—No estoy seguro —Harry se encoge de hombros—, depende de la rapidez con que el embajador se dé por vencido en la comprensión del conflicto y empiece a soplar las cosas lejos.

—Bueno, ciertamente tú puedes soplar cosas —bromea Louis a medias. Harry se ríe, apenas tararea y se rasca la nuca.

—¿Vas a estar aquí cuando salga de la ducha? —no hay motivo en su pregunta, no hay un "no me dejes" ni un "vete" pero de nuevo, Louis quiere quedarse.

—Probablemente no —las palabras son pequeñas y de Louis parece cruel, pero Harry tararea de nuevo, camina hacia la cama, y le besa la frente, corto y dulce.

—Tal vez nos veremos luego entonces, Louis...

Louis ríe porque Harry sabe acerca de cómo solía tener un sueño recurrente sobre tener sexo con su maestro de Historia Universal, pero no sabe su apellido y, honestamente, no sabe dónde buscarlo luego. —Tomlinson.

—Tomlinson —sonríe Harry.

—No, uh– ¿no te mueras? —hace una hora, Louis podría haber jurado que nunca se quedaría sin cosas que decir con este muchacho, pero la realidad es una perro y Louis no tiene idea de qué hacer o qué decir cuando su polvo de una noche se siente como más que su polvo de una noche, y cuando sabe que va a ir a tomar una ducha para luego alistarse al ejército, así que.

—Elocuente.

—Me conoces.

Un último destello de los hoyuelos, una pequeña despedida con la mano, y luego la puerta del baño se cerró.

El agua empieza a correr mientras Louis está agarrando de nuevo su camisa, y casi al instante, Louis oye una voz ronca y baja cantando suavemente desde detrás de la puerta.

Por supuesto que Harry canta en la ducha.

Louis se sorprende a sí mismo sonriendo mientras abotona arriba sus pantalones vaqueros, sonriendo mientras ve las 14 llamadas perdidas en su teléfono, sonriendo mientras pasa por un espejo en el camino a la puerta y ve el puñado de marcas rojas y moradas a lo largo de su cuello. Justo cuando está a punto de salir, él lo encuentra, olvidado en el suelo junto a la cama.

Another Hazy MayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora