XV

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Harry es un mago; Louis se ve feliz

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Cuando Simon esta en el puesto a las 10 de la mañana de un jueves, cuando Harry ha estado con Louis durante casi dos semanas y es un empleado no oficial en Grimshaw & Co., Harry y Louis están detrás del mostrador inclinados sobre el teléfono de Louis, leyendo en voz alta un artículo titulado "99 hechos de los presidentes estadounidenses".

—Buenos días, Simon —Louis saluda automáticamente. Simon gruñe. Louis, habiendo pasado tres años intercambiando gruñidos de "hola" con Simon y nada más, ha renunciado completamente a tratar de interesarlo en algo que no sea la silla medio comida por las polillas de la esquina, como, por ejemplo, los montones de libros a la venta, el té instantáneo, o el propio Louis por lo que apenas mira arriba para reconocerlo. En cambio, él tararea con interés al leer todo acerca de cómo la 'S' en Harry S Truman no tiene un significado detrás de ella, porque la 'S' no significa nada.

Él levantó la vista, sin embargo, cuando oyó la voz de Harry levantarse por encima del silencio.

—¿Sabía usted que Abraham Lincoln era un camarero certificado? —pregunta de forma brillante.

La cabeza de Louis se volteó justo a tiempo para observar la expresión absolutamente impresionada en el rostro de Simon.

—¿Disculpa? —pregunta, como si no hubiera oído bien.

—Abraham Lincoln —repite Harry, apuntando hacia abajo en el teléfono apretado entre su mano como si Simon pudiera leerlo a través de todo el camino del cuarto—. Él fue el decimosexto Presidente de los Estados Unidos. Él era un camarero con licencia. ¿Lo sabía?

Simon de verdad se ríe. Louis ni siquiera lo ha visto sonreír —lo sabía, en realidad.

—¿En serio? —Los ojos de Harry son cómicamente amplios. Simon asiente con una sonrisa perplejamente tangible en gran medida de su rostro.

—Soy profesor de historia —explica— América Colonial.

—No sabía eso —Louis espeta.

Simon levanta las cejas —eso es porque nunca me lo preguntaste.

Harry sale por el almuerzo a las doce, dejándolos a Louis y a Simon a solas en la habitación. Louis lo mira de cerca a través del cuarto. Él no es tan viejo como Louis originalmente pensó, tal vez tenga cincuenta, y su maletín es el tipo de cartera que sólo pertenece a la clase de hombre que tiene sus asuntos en orden. Por primera vez en la historia, mientras observa Simon plegar su periódico y meterlo de nuevo en el bolsillo de su chaqueta de lana clásica, Louis no se siente molesto de que Simon se haya aprovechado de la librería vacía porque se alegra de que Simon tenga un lugar tranquilo para hacer cosas importantes.

—Gracias por venir —Louis dice en voz alta mientras Simon se dirige a la puerta. Simon se detiene, gira, y lo mira fijamente, lo estudia durante más de lo que Louis cree que sea estrictamente necesario. Louis contiene la respiración cuando Simon camina hacia el mostrador, lentamente.

—¿Cuánto cuesta un Manchester Review? —Simon pregunta finalmente.

—¿Perdón? —Louis parpadea hacia él. Simon señala la pila cada vez menos iluminada de revistas obsoletas en exhibición junto al libro publicado de la novela Press Play de Nick (267 páginas semi-autobiográficas de detrás del drama de escenas en una estación de radio universitaria y, en opinión de Louis, la cosa más gay vendida en estas cuatro paredes, incluyendo las copias íntegras de Dorian Grey).

—No creo que tenga una copia de aquél —Simon dice, y todo lo que Louis puede hacer es asentir— ¿Cuánto cuesta?

—Oh, está bien, dos libras —Louis le dice, y Simon clava sus dedos en el bolsillo y luego deja caer el cambio en el mostrador, tomando la copia que Louis le entrega, shockeado, con un movimiento de cabeza. Simon no se va, sin embargo, y Louis lo mira con cuestionamiento. Después de un minuto, Simon habla.

—Te ves feliz... 

—Louis —Louis no puedo creer que esto está sucediendo ahora mismo.

—Louis —asiente Simon, y luego con una pequeña despedida y el Manchester Review bajo el brazo, está afuera en la calle.

Louis sigue congelado en estado de shock cuando Harry llega unos minutos más tarde, agarrando una bolsa de papel que huele a su nuevo restaurante favorito a la vuelta de la esquina.

—Es la tercera vez esta semana, pero me dieron vinagre en paquetes —dice alegremente, lanzando la comida en el mostrador antes de inclinarse a besar a Louis en la mejilla en forma de saludo. Cuando Louis no responde, Harry frunce el ceño un poco—. ¿Lou? ¿Estás bien? 

—Simon compró algo. Y entonces él me dijo que parecía feliz. Y luego me preguntó por mi nombre —suena aún más extraño en voz alta.

Harry se ríe —¿Qué, no ha hecho eso antes?

—Nunca —Louis niega con la cabeza.

—Bueno, entonces —dice Harry—, supongo que le debemos a nuestro amigo Abraham Lincoln un gran agradecimiento por romper el hielo. Él es todo un logrador de milagros.

—Y hace una margarita espantosa, no lo olvides —Louis está de acuerdo, pero lo que realmente quiere decir es que no, eres el logrador de milagros.

Another Hazy MayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora