XLI

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Louis puede no ser un poeta; pero Harry lo ama de todos modos.

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Zayn y Liam se casan un día nebuloso a finales de mayo.

Es un día precioso, de verdad. Cuando Louis se despierta, hay brillantes rayos de luz de oro blanco filtrándose a través de las persianas, iluminando los objetos aleatorios dispersos por la habitación, focos naturales que caen en pedazos de la vida de Louis; sobre una pequeña montaña de ensayos todavía-no-calificados en la cómoda, un cenicero de barro junto a la cama, una descolorida camiseta de una banda que nunca oyó olvidada sobre el piso relativamente limpio del baño; todo en un amarillo suave.

—Buenos días —Louis bosteza, se encrespa instintivamente a su lado para acercar más a Harry.

Harry no está allí.

Por un breve momento, Louis viaja atrás en el tiempo, de vuelta al primer septiembre, el lado izquierdo de la cama sin tocar, congelado en la forma exacta en que Harry lo dejó porque Louis no podía decidirse a cambiar las sábanas, durante cinco meses enteros. Recordó un julio, hace tres años, cuando se había acostado en medio de las almohadas hasta diciembre porque el intento de llenar el espacio con sus propios miembros era más cómodo que acurrucarse en el sofá. Y entonces, recordó a dos eneros atrás, despertando en su nuevo departamento, pero con una cama vacía y el sonido estridente de la peor clase de llamada telefónica.

Pero cuando abre su palma sobre el espacio vacío que Harry dejó, es cálido, y Louis puede respirar de nuevo. Él se da a sí mismo un momento para recuperarse, un ritual familiar de respiraciones profundas y murmullos silenciosos de "está bien", y luego se balancea fuera de la cama y camina en el pasillo.

Louis lo encuentra en la cocina, su cocina. Él está de pie sobre las hornallas, en un par de pantalones negros de Louis y nada más, y él está cantando en voz baja a uno de sus playlist de hipster inconformista madrugador - I woke you up, with poetry and stones -. Está bañado en la luz, también, y hay una especie de halo alrededor de él, que va desde la parte superior de sus rizos desordenados, a lo largo de la suave pendiente de su nariz, enmarcando sus fuertes hombros y las líneas oscuras de los espacios de sus bíceps y la curva de su espalda, iluminando la rosa, brillante, carne irregular que se envuelve alrededor de la parte posterior de su muslo izquierdo y abajo de su pantorrilla. Louis piensa que Harry es la cosa más hermosa que nunca había visto, lo pensó cuando sus ojos se habían encontrado esa primera vez en el club en Blackpool y lo piensa ahora, cuatro años después, tal y como están, en el departamento que compraron cerca de una construcción en Manchester.

—Hey, amor —Louis dice en voz baja, voz todavía enterrada bajo una capa delgada de sueño. Harry se vuelve instintivamente ante el sonido de la voz de Louis, y su sonrisa de respuesta podría iluminar el cielo nocturno.

—Buenos días —Harry saluda, inclinándose sobre el mostrador para dar a Louis un beso. Harry sabe a café fuerte y a hogar—. Hice asado italiano —Harry le dice, pasándole su taza (una cosa naranja chillón que Niall les consiguió como regalo de inauguración que dice 'EL DESCAFEINADO ES PARA MARICAS'). Louis lo prueba y hace una mueca.

—No hay azúcar —se queja.

—Eres lo suficientemente dulce —Harry guiña, pero agarra el azúcar de un gabinete a su izquierda y lo pone al lado de Louis, de todos modos. La cocina no es amplia, sus recursos combinados no podían comprarles exactamente un palacio, pero, como el resto del lugar, es cómodo y cálido y es exactamente lo que quieren.

—Pancakes, ¿eh? —Louis pide, revolviendo su té con unas cuantas cucharaditas más de lo estrictamente necesario.

—Con fresas y crema batida —Harry asiente.

—Gran desayuno para un gran día —Louis tararea mientras Harry pone un plato delante de él. Louis no puede decidir si Harry inscribiéndose en la escuela culinaria es lo mejor o lo peor que le ha pasado. Por un lado, sus habilidades en la cocina, previamente admirables, ahora son prácticamente perfectas, pero por el otro, Louis tiene que ir al gimnasio dos veces más a menudo para mantener su figura.

—Hablando de eso —dice Harry, sentándose al lado de Louis en el mostrador—. Zayn ha llamado, como, cuatro veces.

Louis mira el reloj colgado sobre el lavabo junto a la edición enmarcada de la sección Modern Love del New York Times que dice, "por Louis Tomlinson", con cautela.

—Es antes de las ocho —dice—. ¿Por qué está Zayn llamando antes de las ocho?

—La gente hace cosas locas cuando están enamoradas —Harry suspira ilusionadamente, y entonces él hace una mueca graciosa que es un cruce entre una princesa Disney demente y los ojos de cachorro de Liam y Louis se ríe.

—¿No es así siempre?

Louis espera una hora antes de llamar a Zayn de vuelta, tomándose su tiempo para comer un buen desayuno con Harry que puede o no terminar en alguien lamiendo nata del pecho de alguien más, intercambiando besos perezosos bajo el chorro constante de la ducha, y pasando unos cinco minutos extra intentando atarle la corbata a Harry antes de que Louis se acuerde de que él está nunca aprendió a hacer eso (Harry le llama idiota y lo come para probarlo). Zayn estará furioso, probablemente, pero:

La gente hace cosas locas cuando están enamoradas.

Another Hazy MayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora