Desde niños, Yoongi siempre lo cuidó y protegió de todo, así que cuando este le confiesa sus gustos, Jungkook decide compensarle tantos años de protección, volviéndose su guardaespaldas personal
-Si alguien le pone un puto dedo encima, se lo rompo...
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Yoongi soltó un jadeo al sentir la erección de Jungkook clavarse contra su trasero. Aún no acababa de despertar, estaba tan cansado y en un sueño tan profundo, que lo único que cambió al sentirla, fue que su sueño se tornó uno húmedo en segudos.
El calor de su cuerpo subió y separó los labios al pegarse más a Jeon. Su mente aún seguía en un sueño borroso de sexo suave y placentero, hasta que la mano de su mejor amigo se posaron en su cadera.
Abrió los ojos agitado y se volteó, viendo que Jungkook seguía dormido pero había pegado más su cadera contra su trasero.
-¿Kookie?- Llamó para asegurarse de que dormía y suspiró aliviado al no obtener respuesta.
Se sepró suavemente para no despertarlo y se volteó, juntando toda su fuerza de voluntad para no bajar la mirada.
Sucumbió a la tentación y vió las erecciones de ambos apretadas contra sus boxers. Bajó las manos a su propio miembro y lo fajó con el elástico de su ropa interior, acostandose boca arriba para mirar el techo, ignorando el bulto de Jeon roznando su pierna.
Pensó en despertarlo, pero definitivamente volver a pasar lo mismo de la otra mañana, sería mil veces más incómodo que esto.
Mordió su labio inferior y vio de reojo como la respiración de Jungkook se volvía ligeramente más irregular y su erección comenzaba a bajar.
Suspiró aliviado y unos minutos después, el azabache se pegó a él y se estiró al despertarse.
-Buen día, bebé-
-Buen día, amor-
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