Desde niños, Yoongi siempre lo cuidó y protegió de todo, así que cuando este le confiesa sus gustos, Jungkook decide compensarle tantos años de protección, volviéndose su guardaespaldas personal
-Si alguien le pone un puto dedo encima, se lo rompo...
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Jungkook abrió la puerta de su casa cuando el sonido del timbre se volvió insoportable, encontrandose a Yoongi con la prlica recogida en una coleta y una gran sonrisa de oreja a oreja.
-Vistete- Dijo el castaño entrando a la casa para cerrar la puerta tras el. -Tendremos una cita-
Jungkook parpadeó confundido, esperando una explicación del menor que solo guardó sus manos en sus bolsillos y se apoyó en su puerta.
-Vamos, ve- Dijo alegre. -No puedes salir en boxers-
-¿Qué haremos?- Preguntó escéptico.
-Necesitamos un día para nosotros- Dijo alzando los hombros. -Sin preocupaciones, sin conversaciones importantes, solo un día intrasendente en nuestra vida juntos-
Jungkook asintió dudoso y se marchó para poder vestirse, dejando a Yoongi sentarse en la entrada de su casa y tararear una canción emocionado.
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-Esas cosas tienen taco ¿Verdad?- Preguntó al verlo abrir la puerta de su casa.
-¿Cómo lo sabes?- Cuesrionó viendo sus botas. -No se supone que se noten-
-Estás casi de mi altura- Rió saliendo tras él. -O tienes tacos, o pegaste el estirón muy tarde-
Yoongi hizo una mueca y soltó un bufido, haciéndolo reír mientras este cerraba la puerta con llave.
