[5.]

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Luke.

Los libros de física parecían demasiado cómodos o tal vez yo sólo tenía demasiado sueño.

Michael dijo que cuando tenía seis años sus padres lo dejaron solo en casa con la excusa de asistir a una boda importantísima. Y no le dejaron nada más que la película de Buscando a Nemo repitiéndose toda la noche en el reproductor de video. Era una noche lluviosa y Michael estando solo se sentó y vio siete horas seguidas Buscando a Nemo. Dijo que Dori era divertida y que hacía que olvidara el sonido de los truenos.

A mí eso me hizo romper los números de todas las chicas que Amy me había presentado. Michael era adorable.

Esa noche se engrapó un dedo y rompió tres vasos de cristal púrpura que su madre amaba. Todo era un caos, menos Buscando a Nemo, dijo Michael.

—¡Hemmings!—Gritó la arrugada anciana de cabello recogido en mi dirección.—¿Le parece buen lugar para dormir mi salón de clases?

—Yo...Uh...afuera...—¿Esperen qué estaba diciendo?—Quiero decir...Uh...no...—Y toda la clase comenzó a murmurar risitas fastidiosas.

—¿Afuera? Afuera se va a tener que ir usted señor. ¿O podrá contestar la pregunta que acabo de hacer? —La falda plisada se le embarraba en las arrugadas piernas de una forma nada agradable. Negó con la cabeza al darse cuenta de que yo no tenía ni idea de que había preguntado algo. Tomó un lapicero y con sus huesudos dedos anotó algo en una hoja de papel. —Su primer día en el respetado instituto y ya armando alboroto. Debió seguir el ejemplo de su padre. —¿Ésta señora enseñaba aquí desde que mi padre estudiaba? Por dios, debería ser prehistórica. —Ahora, largo de mi clase.

Cuando salí, la clase entera estaba riendo y murmurando tonterías. Tal vez no debí estar durmiendo y tal vez Michael no debió besarme o hablarme de Dori y tal vez la Señora Fisher no debió haber reaccionado así pero ¿qué puedo decir? A veces todo se comporta como una mierda, o somos nosotros, que lo moldeamos así.

Arrastré los pies por todo el pulido pasillo blanco. Estaba solitario y por las ventanas de los otros salones podía ver a los chicos mayores y menores pretendiendo prestar atención a lo que los profesores hablaban al frente. A mí no me gusta pretender. Por eso estoy aquí, afuera del salón y no en él. A parte de que caía de sueño realmente.

Salí al patio central y me senté bajo un árbol gigantesco con flores a su alrededor. Dejé mi mochila a un lado y metí la cabeza entre las piernas. Por último cerré los ojos y comencé a soñar con un chico de cabello de colores.

—¡Hemmings!—Me levanté exaltado por otra molesta voz mencionando mi apellido.

—¡Demonios, Michael, algo está mal en tu sistema!—Cubrí mi cabeza con ambas manos, la luz del sol del medio día no era algo a lo que estuviera acostumbrado.

—Lo sé, pero no me preocupo por eso. Me preocupo por ti, Hemmings. ¡Pareces un vagabundo! ¿Qué haces durmiendo aquí en tu primer día de clases?

—No creo que un vagabundo pueda asistir a este intituto. —Lo fulminé con la mirada y él estaba ahí parado frente a mí con sus piernas largas y sonrisa amplia. —Sobre lo que hago aquí, sólo te daré una respuesta: Sé más sobre Buscando a Nemo que lo que sé sobre mí mismo.

—Pff.—Rió.—No es para tanto Lukey. —Tiró su mochila medio rota a los pies del árbol y se sentó junto a mi. Hombro con hombro. Brazo con brazo. Piel con piel. Pierna contra pierna. Diablos, Michael. —Pudiste haberte dormido en cualquier segundo que decidieras.

—Pero no quería.

Yo tampoco.

—La última vez que dijiste eso pasó algo más que solo una charla.

I'm not gay::muke {editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora