10.

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Me lavo las manos con jabón, me las seco y saco el algodón junto al alcohol, él solo me mira con otro trozo de confort en la mano.

— Siéntate. — le ordeno y él lo hace.

Me sigue mirando y saco un trozito de algodón echándole alcohol, él saca el confort botándolo a la basura y me arrodillo frente a él tomando su mano con suavidad.

— Perdón. — le digo y paso suavemente el algodón sobre su herida.

— ¡Auch!. — dice y hace una mueca. — No es tu culpa.

— Es mi deber como mujer recoger las cosas que rompo. — digo y paso el algodón nuevamente.

— No es tu deber. — me dice.

— Ajá. — le respondo concentrada.

Tiro mi cabello hacia atrás y me doy cuenta que está saliendo cada vez más sangre. Boto los algodones usados y tomo un pedazo de algodón limpio colocándolo sobre la herida.

— Uhm, se me olvidó decirte que no soy enfermera ni doctora. — le digo y él me mira. — Creo que deberías ir a un hospital.

Él mira su mano y la sangre está a punto de empapar el algodón. Me levanto limpiando mis rodillas y él hace lo mismo saliendo del baño.

Va a su pieza y luego vuelve con una polera enrollada en su mano, se acerca y toma sus llaves del auto.

— Vamos al hospital entonces. — me entrega las llaves y lo veo colocarse una mascarilla.

— Pero ya va a empezar el toque de queda. — le digo mirando mi reloj.

— Si, pero tranqui, no pasa nada. — me entrega una mascarilla y me la coloco. — Vai a tener que manejar tu.

— Okay. — tomo las llaves y él abre la puerta del departamento para que pueda salir.

Salgo y él viene detrás de mí, avanzamos hasta el ascensor y subimos en él apretando el piso del estacionamiento.

— ¿Te duele?. — le pregunto y me mira obvio.

— Si, un poco. — dice y suspiro apoyándome en el ascensor.

Luego de unos segundos se abren las puertas y salimos al ascensor caminando hacia su auto. Abro éste y ambos entramos.

— ¿Dónde queda el hospital?. — le pregunto y me pasa su celular con el GPS activado.

— Sigue eso. — me dice y asiento encendiendo el auto.

Salgo del estacionamiento y manejo por las calles siguiendo lo indicado en el mapa, lo miro de reojo y su rostro está serio.

— Uhm... ¿Estás enojado?. — murmuro y lo escucho respirar hondo.

— No. —contesta seco y me queda claro que está mintiendo.

Luego de unos minutos estaciono fuera del hospital y ambos salimos, al entrar, las enfermeras reconocen a Erick y lo saludan, se dan cuenta de su herida y lo llevan a una camilla de urgencias que está vacía. No hay mucha gente en ésta parte.

Me acomodo la mascarilla y él se sienta en la camilla mirando su mano, cierro la cortina y me siento en una silla que está vacía y muevo mis piernas nerviosa. No me gustan los hospitales.

— Si quieres puedes irte. — me habla el Erick y lo miro confundida. — Ándate al auto, se van a demorar en atenderme.

Me dice seco y asiento sabiendo que no quiere que esté ahí con él.

Me levanto y sacudo mis piernas intentando no mirar en su dirección.

— Te espero en el auto. — murmuro y abro la cortina que nos daba privacidad.

El Mino De Los Tatuajes. [Erick Pulgar] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora