12.

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Tomo uno de los esmaltes de uña que Paola dejó en la mesa antes de que se fuera y luego miro mis uñas, están bastante largas.

Me siento en la silla y abro la tapa sacando el exceso y echándolo sobre mi uña.

Sigo con el resto de las uñas y de reojo veo al Erick salir del baño, se sienta frente a mí y toma el envase del esmalte mirándolo.

— ¿Me ayudas con la otra mano?. — le pregunto y él me mira.

— Bueno, pero no te prometo que te queden lindas. — suelto una pequeña risa y estiro mi mano derecha hacia él.

La toma suavemente y deja un pequeño beso en ella, luego toma la tapita del esmalte y le echa a una de mis uñas sin tanta delicadeza.

Aprieto mis labios mirando hacia mi mano, él está concentrado mirando hacia mis uñas, no es bueno pintandolas pero se está esforzando.

— ¿Me prestas tu teléfono, por favor?. — le pregunto y él saca su celular del bolsillo de su pantalón entregándomelo. — Gracias.

— De nada, linda. — murmura y sigue pintando ahora con más cuidado mis uñas.

Coloco la cámara en el teléfono y le saco una foto, no me está mirando así que no se dió cuenta.

Me meto a contactos y apreto el botón que es para marcar un número, muerdo mi labio nerviosa y miro hacia Erick.

— Uhm, oye. — le pregunto.

— Dime. — me dice y me mira una vez terminado de pintar mi meñique.

— ¿Puedo llamar a alguien?. — él asiente.

— Si po' obvio. — le sonrío y marco el número de mi amiga, la Valeria.

Él se levanta cerrando el esmalte y me hace señas diciendo que se irá a la habitación para darme un poco de privacidad. Se va a la pieza, dejo el teléfono en la mesa, lo pongo en altavoz y espero pacientemente que conteste.

— ¿Hola?.— dicen al otro lado de la línea y muevo mi pierna nerviosa. — ¿Aló?.

— Hola. —digo y ella se queda callada. — Hola, Vale.

— Es Vanessa. — la escucho decir. — ¿Vane? ¿Cómo estás? ¿Estás bien?.

— Eh si si, estoy bien, tranquila. — respondo y respiro hondo. — Solo quería saber si puedes decirle a mis padres que estoy bien, me gustaría que ellos lo supieran.

— Si, Vane, obvio. — me dice. — Oye y ¿Donde estai? El Ignacio vino el otro día más enojado que la chucha diciendo que te habíai ido pero no le creí.

— Eh si, escapé . — me rio falsamente y miro la mano que Erick me pintó. — Hace unas semanas que ya no estoy en Santiago.

— ¿Y donde estai?. — pregunta preocupada.

— En Antofagasta. — murmuro y escucho susurros en la otra línea.

— ¿Qué hueá estai haciendo allá?. — preguntan y por la voz sé que es la Gabi.

— No sé, intentando tener una vida normal. — suspiro y apoyo mis brazos en la mesa. — No sé qué hago acá, sólo sé que no quiero volver a Santiago.

— ¿Y dónde te quedas? ¿Tienes plata? ¿Quieres que vayamos a ayudarte en algo?. — pregunta la Isi y niego aunque sé que no me ven.

— Estoy donde un amigo. — sonrío y miro hacia el teléfono. — No tengo plata, pero él me regaló harta ropa, por el momento estoy bien y no necesito nada.

El Mino De Los Tatuajes. [Erick Pulgar] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora