13.

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Muerdo mis uñas nerviosa mientras camino de un lado hacia el otro, bajo la mirada a mis pies y hundo éstos en la arena para relajarme.

No funciona.

Miro hacia el océano y respiro hondo sintiendo la brisa chocar con mi rostro.

Sé que Erick está detrás de mí, puedo sentirlo, me doy media vuelta enfocándome en él y me da una pequeña sonrisa.

— ¿Estai nerviosa?. — asiento y él se acerca más tomando mis manos. — Son tus amigas, no son desconocidas.

— Sí, pero hace mucho que no convivo con ellas, yo cambié para mal y no sé si quieran seguir a mi lado después de todo.

— Vane, ellas te quieren mucho, sino lo hicieran no estarían viajando hacia acá solo para ver cómo estás. — acerca mi mano a su rostro y me da un besito en los nudillos. — Amigas así vale la pena tener.

— Ya, pero yo fui pésima con ellas. — alejo mis manos y él hace una pequeña mueca. — Me dijeron que me alejara y yo de estúpida no lo hice.

— No era tan fácil hacerlo y lo sabes, el Ignacio es un hueon enfermo, su cabeza está mal, no tu. — intenta tomar mis manos nuevamente pero las quito colocándolas detrás de mi espalda.

— No debí aguantar tanto. — murmuro y muerdo mi labio mirando hacia otro lado.

— Pero lograste salir, deberías estar orgullosa de eso. — se coloca a mi lado y ambos nos damos vuelta mirando hacia el mar.

Siento su mirada sobre mí pero no quiero verlo. Anoche descubrí que me gusta, me gusta muchísimo, ya lo sabía pero no quería aceptarlo. Sé que él siente lo mismo, pero tengo miedo.

Tengo miedo de enamorarme otra vez y salir lastimada, no creo que él sea como el Ignacio, pero nada me lo asegura.

El Ignacio era un amor las primeras semanas, era igual o más perfecto que el Erick y de un momento a otro dejó de ser el mino simpático y encantador que era. No quiero que me pase lo mismo otra vez.

El Erick ha hecho muchas cosas por mí, se lo agradeceré toda la vida, pero por ahora creo que lo mejor será alejarme.

Anoche cuando él estaba dormido me puse a pensar que qué será de mí ahora que estoy bien, no quiero que me mantenga, no quiero ser una carga para nadie, no quiero sentirme tonta ni nada de eso y mucho menos quiero volver a Santiago.

Tengo una idea y sé que es lo mejor para mi, sé que si me quedo en Antofagasta o en Santiago o en Chile, el Ignacio me va a encontrar y no podré salir de esa. Así que creo que lo mejor es irme de acá, irme de Chile y empezar en otro país desde cero.

Estaré alejada completamente de él y dejaré atrás todo lo horrible que me pasó, tengo unos ahorros que logré sacar de mi cuenta antigua hace unos días, no es mucho, de hecho con suerte me alcanzaría para un vuelo y una estadía en un lugar tranquilo, pero es lo mejor que puedo hacer por mí.

Aún no decido el lugar, sólo sé que entre más lejos estoy del Ignacio, mejor será mi vida. Puede que no vea nunca más a mi familia, de todas formas no me hablan, pero yo me sentiré bien sin que nadie sepa de mí.

Así que por eso prefiero no mirar hacia el lindo mino que tengo a mi lado, no quiero ver sus ojos ni su rostro, no quiero ver sus tatuajes ni mucho menos sus labios, sé que si lo hago me querré quedar pero no puedo.

— Iré a comprar un café, ¿quieres algo?. — me pregunta y sacudo la cabeza saliendo del trance.

— No, gracias. — le respondo y le doy la espalda sentandome en la arena.

El Mino De Los Tatuajes. [Erick Pulgar] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora