Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo en el siglo XXI existió una joven encantadoramente puntual. Se dice que fue la mejor de su facultad, las mejores notas, la más refinada educación, la piel más cuidada y los gustos más finos de la ciudad. Sin embargo...justo cuando el sol descendía y llegaba el atardecer, aquella joven se despojaba de sus elaborados vestidos, sus joyas y de su perfecta actitud para convertirse en alguien común, en una chica cualquiera de cualquier pueblo.Bebidas, cigarrillos, tatuajes, se volvía barrio, agua ardiente y fiesta. Bailar al ritmo de una música insólita que ninguna alma pura aceptaría en su ser. Festejar sin límites, besar a un desconocido, saltar sobre las mesas, malas palabras, un vocabulario libre de estereotipos y finales adecuados. Pero...a la mañana siguiente regresaba a la alta alcurnia, a los tacones de punta y a las prendas decentes.
Esa chica murió, como todos al fin y al cabo, pero...hubo algo que marcó su existencia y que hoy en día aún perdura. Justo en su lápida un escrito...Llegué a la tumba finalmente, llegué como más lo deseé, llegué sin hígado de tanto alcohol, sin pulmones de tanto fumar, con heridas en la piel de tantas locuras, llegué enferma y vieja. Pero marqué la diferencia...y es que a la muerte te entregas roto, desbaratado de tanta fiesta, con locuras y experiencias máximas de placer. No me guardé para nadie, menos para sepultura, fui felíz...sin arrepentimientos...y así...así se llega a la muerte.
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Yelina #PGP 2024
Short StoryY cuando la realidad supera la ficción, más de un escrito no alcanza para describir la emoción del descubrimiento, del desarrollo y la aceptación como criaturas de conciencia, humanos dicen.