Buenas tardes profesor Gary.
—Así que decidiste venir, muy bien por ti Cárter, recuerda que la pregunta más estúpida es la que no se hace—hizo una pausa mientras recogía un portafolio y dos libros de Historia del buró.
Esa tarde había impartido una clase sobre la cultura social y sobre las reglas que la misma sociedad imponía sobre cada uno de nosotros. A la misma invitó a otros profesores para ver un punto de vista distinto. Entre tantos temas tocó un punto importante que afectaba a millones de personas.
La homofobia.
—Debemos ir a un lugar para que comprendas exactamente el por qué de las cosas, y por qué fue mi decisión apoyar la comunidad LGBT, a diferencia del resto de profesores del claustro.
— Lo que sea por entender—sonrió. A Cárter le gustaba conocer más, saber más e investigar, y el por qué del cual el profesor Gary apoyaba a los homosexuales con tantas fuerzas a pesar de no serlo, era un nuevo desafío.
Este alumno nunca había estado de un bando ni en el otro, nunca estuvo ni a favor ni en contra, pero diariamemte veía como en la television personas llenas de colores de arcoiris desfilaban reclamando algo que aseguraban perdido, sus derechos.Después de varios minutos de caminata llegaron a una pradera. Habían varias tiendas de distintos colores, parecía una feria, se vendían distintos tipos de mercancía y habían varios puestos donde se jugaba y competía por un premio.
— ¿Está seguro que este es el lugar? —preguntó fascinado por tantos medios de entretenimiento.
—Más que seguro. ¿Ves aquella pequeña pista? — señaló a la distancia, Cárter asintió— Ahí encontrarás la respuesta.
— ¿En un juego?
— Pues sí, en un simple juego, pero no lo subestimes, es más difícil de lo que parece.
Se acercaron a la zona y luego de pagar por jugar el profesor le explicó las reglas:
—Muy bien, lo primero que tienes que hacer es escoger una de las flores del final, aquellas que están alineadas en la meta.
—Aquella de color rojo —señaló Carter con seguridad.
—¿Por qué esa?¿Por qué te gusta esa?_preguntó el profesor aun sabiendo la respuesta de antemano.
— No lo sé, solo porque sí.
— Has dado una muy buena respuesta "porque sí"— Cárter lo miró confuso, pidiendo silenciosamente una explicación— Cuando te gusta una persona independientemente de lo que sea, esa es tu elección, te gusta porque sí, y nada ni nadie jamás podrá cambiarlo.
— Oh.
El profesor lo miró sonriente y continúo con las reglas.— Lo siguiente que tienes que hacer es ir corriendo hasta la flor, conseguirla, pero no es tan sencillo, hay varios obstáculos como puedes ver a ambos lados de la pista, incluso hay unas pistolas que te disparan, pero es un dolor simulado y regulado, solo sentirás como un pinchazo.
— Ya he jugado con ese tipo de obstáculos, no será un problema— aseguró finalmente Carter.
— Si tú lo dices, perfecto. Está en tus manos, pero debes saber algo, la dificultad está elevada al máximo. ¿Aún así deseas jugar?
— Pues claro, siempre listo maestro— dijo a la par que se colocaba el chaleco y las rodilleras, necesarios por si se caía en media corrida.
Justo antes de empezar la carrera el profesor serio expresó...
— Te daré un plazo de tres días para conseguir la flor, cuando termines vas y me buscas, ahí te daré la explicación final, ya deseo ver el resultado.
— Bien, llegaré hasta usted con la flor, deséame suerte.
—Solo te deseo éxitos Cárter, la suerte es para los mediocres.
Y así se marchó de allí aquel profesor de tanta experiencia y años de labor.
Los días pasaron más lentos de lo que pensaron y justo al tercer día aquel alumno curioso y dispuesto a encontrar respuestas dió varios toques a la puerta del despacho del maestro.— Adelante.
Un adolescente triste y desganado fue lo primero que observó Gary, se notaba cansado y aún llevaba el traje de protección del juego.
— Profesor, lo lamento, no pude conseguir la flor, solo este pétalo. Casi lo lograba pero los obstáculos pudieron conmigo y mis fuerzas, cuando no eran las trabas eran los baches o las pistolas. En fin, solo esto pude traer, lo peor del caso es que sigo sin entender como ésto responderá a mi pregunta.
— Primeramente,¿ como te sentiste?
— Muy mal, además, justo cuando se acabó el plazo de los tres días caí en un pozo, al parecer caes cuando no ganas. Al menos luché un poco y pude salir.
— ¿Por qué no solo cambiaste de flor, tal vez pudiste conseguir otra?
— Porque esa es la que quería.
— Exactamente eso sucede con las personas homosexuales.
— ¿El qué? — preguntó dejando caer el único pétalo que había logrado alcanzar.
— Es hora de hacer comparaciones. Esos obstáculos que te dejaron tan agotado, sin fuerzas y sin ganas de seguir luchando es la sociedad, una sociedad que no acepta lo diferente a lo común, intentan cambiar a otras personas cuando ninguna de ellas tiene voto ni lugar en las vidas ajenas.
… Entonces están los que dicen que se puede cambiar de gustos, y hay quienes siguen ese criterio y por ejemplo, hay miles de hombres casados con mujeres a las que no aman y fingen ser felices cuando no lo son. Los gustos hacia un género no cambian así de fácil y debería ser pecado forzar a alguien a cambiarlos.
… Pero está ese uno porciento, ese pétalo que alcanzaste a penas. Ese representa un pequeño número de personas que logran sus sueños al lado de la persona que desean, ¿Y por qué es esto? Porque son lo suficientemente valientes como para que no les importe una opinión con falta de sensibilidad y carácter.
…Pero...hay un pozo, ese pozo oscuro y solitario al que llegan un número inagotables de gays, lesbianas, bisexuales y transgénero. Un pozo que a muchos asusta pero que es la última opción a la que recurren estas personas que no son aceptadas por la sociedad.
El Suicidio.
… Debería darnos vergüenza ver cómo hemos caído tan bajo, hasta al punto de influenciar en la vida de alguien del cual no conocemos su pasado, sus ideales y sus sentimientos. Porque somos tan poco sensibles de llevar a una persona hasta ese pozo sólo por ser diferente a nosotros. Y que al final, esos que para ti solo fueron tres días de guerra, para muchos han sido años y años en agonía.
Esa charla terminó y ambos derramarron lágrimas, lágrimas de compasióny desconsuelo.— Profesor, solo tengo una pregunta personal que hacerle.
— Hazla.
— ¿Es usted homosexual?
— No lo soy Cárter, pero sí soy el padre de un hija transgénero que se suicidó por la poca conciencia y desprecio de mi parte. Y ahí está otra cosa que debes aprender; nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, y hay que pasar por tan dura pérdida para darnos cuenta que solo tarde, aprendemos a valorar la realidad de nuestros seres queridos.
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Yelina #PGP 2024
Short StoryY cuando la realidad supera la ficción, más de un escrito no alcanza para describir la emoción del descubrimiento, del desarrollo y la aceptación como criaturas de conciencia, humanos dicen.