Parte 1...
— No te preocupes cariño, es algo normal, eres joven y tienes que saber que no será la primera vez que ocurra.
— Gracias mamá.
La lluvia seguía impactando contra el cristal de la ventana, suele pasar cuando peor nos sentimos...el tiempo coordina sus andanzas para acompañarnos en un sendero demasiado oscuro.
— ¿Alguna vez te ha pasado mamá?
—¿ El qué?
— No saber lo que sientes por alguien, estar confundida y no poder dar un paso hacia adelante o uno en retroceso.
Aquellas miradas cafés se encontraron, ambas estaban abrazadas, dándose el confort que la situación ameritaba.
— Me ha pasado, sí, hace muchos años.
— ¿Fue papá?
— No, pero tú guárdame el secreto.
Ambas rieron en complicidad.
—¿ Cómo era?
— Atractivo.
— No mamá— entornó los ojos— ¿qué opinabas de él, de su forma de ser?
— Bueno...en ese momento estaba devastada, estragos de viejas relaciones. Fue así como...cuando vas por la calle y el clima es pésimo, el mundo se te quiere caer encima, pero, de la nada...encuentras una moneda en el suelo.
— Oh, cómo el otro día en la parada del bus— la mayor asintió— Quieres decir que fue como tu buena suerte.
— Exactamente. Lo conocí así, de la nada, llegó como algo especial y ajeno.
— ¿Ajeno?
— Cuando te encuentras una moneda en el suelo, solo por haberla encontrado no se vuelve tuya, hay otras manos a las que pertenece.
— Entiendo. ¿Te gustaba?— una mirada de brillo se instaló en el rostro de la adolescente.
— Eres curiosa jovencita. No sabía lo que sentía, solía contarles mis problemas, y él...daba muy buenos consejos. Un día me atraía hasta llorar, al otro era tan solo un buen amigo. Era como un limbo, una montaña rusa de sentimientos.
... Pero como ya te dije, amaba a alguien de su pasado, y podía quererle mucho, apoyarle mucho, pero...en el corazón nadie manda cariño, no podía solo llenar el espacio de alguien más— le dijo acariciando su cabello.— ¿Era una buena persona mamá?
— Sí, mucho— rió ante el recuerdo— tenía sus metas claras, luchaba y trabajaba para obtener lo que quería. Aunque a veces tenía cambios drásticos de humor, un día lo encontrabas siendo la persona más cariñosa del mundo, y al otro...una roca, a eso añádele que era introvertido. Era un idiota.
Las risas de ambas era un compás en aquella habitación pintada de rosa.
— Nos tatuamos nuestras iniciales.
— Oh— llevó sus manos a su boca para reprimir un grito de sorpresa— Mamá, así que es eso...el tatuaje del pie ¿cierto? El código morse.
— Sí— le mostró el pie derecho, en un lugar casi imperceptible, una letra en código morse tatuada.
— Wow, es genial mamá, hasta que al fin me cuentas.
— Bueno nena, me tengo que ir a cocinar.
..-. --- .-.
La menor la sostuvo del brazo.— Mamá...¿cuál es su nombre?, y...¿aún sientes algo por él?
— Es un secreto Reina, pero algún día te contaré.
Resignada la soltó, en ese instante entró al cuarto un señor vestido de traje.
— Tío— la joven corrió a los brazos de aquel señor, que no era precisamente familiar de sangre, sino...el mejor amigo de la madre.
— Hola Reina.
Se envolvieron en un abrazo extremadamente grande, él la amaba como si fuera su hija.
— Oh, esto...—justo detrás de la oreja de aquel señor un escrito, casi imperceptible, en código morse.
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Las miradas de madre e hija impactaron, y con un guiño, sellaron aquel tema de por vida.
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Yelina #PGP 2024
Short StoryY cuando la realidad supera la ficción, más de un escrito no alcanza para describir la emoción del descubrimiento, del desarrollo y la aceptación como criaturas de conciencia, humanos dicen.