Empieza el día y ya quiero subir al metro para llegar a mi destino, últimamente han disminuido el costo del transporte y con tanta gente es incómodo llevar la guitarra a todos lados.
- Adiós Mofus- mi gato mueve la cola y dirige sus pequeños y verdes ojos hacia mi. Me observa unos segundos y pasa de mi por completo.
"Te miro, te analizo y te ignoro", común en Mofus, siempre tan arrogante.
Vivo solo desde hace dos años, me pareció una idea atractiva independizarme y alejarme por completo del cobijo de mis padres, de todas formas tarde o temprano tendría que hacerlo.
Rusia es buen destino si te agrada lo frío, aunque de vez en cuando extraño el clima veraniego y cálido de mi país natal.
- Buenos días Alexan, ¿que tal estás hoy? Por poco no llegas- Maggie, la encargada de limpieza en la estación, me saluda como de costumbre.
- Si, estoy cansado, ayer no fue nada fácil tratar con los vecinos problemáticos de enfrente, resulta que la señora Koslov mantiene una relación secreta con su vecino...
- ¿Eres tu?- preguntó abriendo en demasía los ojos y llevando ambas manos a la boca, una clara señal de asombro.
- Obvio no, cómo cree- su expresión se relaja- es el vecino de arriba. En fin, no quiero seguir involucrado con esa gente, adiós Maggie- me despido no sin antes observar su pelo un poco maltratado, sus ojos arrugados y un lunar casi imperceptible cerca de su oído.
Era otro de mis hobbies, aparte de la música, observar a las personas era otra parte que se volvía magia ante mí, era como si pasara cada escena en cámara lenta, cada detalle de cada persona quedaba grabado en mi mente de forma casi fotográfica.
Hoy habían anunciado nieve, lo que para muchos era un martirio, para mí era un entretenido ambiente lleno de pequeños momentos por todas partes, desde huellas en la nieve hasta un cachorro jugando con los copos que caían de manera pausada del cielo.
Todo me inspiraba, todo me hacía crear algo nuevo, una melodía nueva.
Desde hace un año dedico tres días a la semana a venir al hospital Kuzetnzov para cantarle a los pequeños hospitalizados, aunque sinceramente ya muchas personas se habían sumado a las dos horas que tocaba sin descanso.
Había conocido a personas que se habían vuelto demasiado importantes para mí, Vera, una pequeña de once años que luchaba día a día contra la leucemia era una de ellas. Sabía que era un problema personal el encariñarse con personas en riego, pero no podía evitar hacer reír a aquella pequeñuela a cada momento.
Las puertas del elevador se abrieron y
Rustam levantó el rostro en una señal preocupada, casi alarmada. No entendí su nerviosismo hasta que giré en mi posición.Lo primero que divisé a lo lejos, cerca del jardín fue a una chica en silla de ruedas, un pelo rojo intenso y sangre corriendo desde su antebrazo.
Por instinto salgo corriendo en su dirección, las hojas secas en el suelo crujen cuando sin pleno aviso, tomo su brazo y coloco mi mano allí, haciendo presión para que la sangre dejara de fluir.
- ¿Pero qué...
Su ceño fruncido y su risa disimulada me dejaron confundido.
- Me arruinaste la broma-respondió simplemente.
Era Ketchup, ¡¡¡KETCHUP!!!
- Lyubov'!!- el doctor a mi lado respira entrecortado, necesita ejercicio- Tienes prohibido salir de tu habitación, tu madre lo dejó bien claro esta mañana, también deberías de dejar de gastar el puré de tomates que te dan en el almuerzo, sé que esta institución te parece un juego pero...
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Yelina #PGP 2024
Cerita PendekY cuando la realidad supera la ficción, más de un escrito no alcanza para describir la emoción del descubrimiento, del desarrollo y la aceptación como criaturas de conciencia, humanos dicen.